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El tesoro disperso de Albeos

Manuel Carlos González, con la imagen del tímpano de Albeos.
photo_camera Manuel Carlos González, con la imagen del tímpano de Albeos.
La Policía Autonómica registró piezas del monasterio en viviendas anexas, al tiempo que la maleza y la basura amenazan con hacer desaparecer los restos conventuales románicos dedicados a San Paio en su aldea natal
El monasterio de San Salvador de Albeos está en ruinas desde hace años. Dos metros por debajo del actual nivel del camino apenas se distingue entre la maleza y la basura. In situ aún conserva piezas de interés como el tímpano trabajado por ambas caras, la tumba de una abadesa con efigie o varias inscripciones en sus muros. 
Sin embargo, son más los restos que se encuentran dispersos entre las casas vecinas. Así lo documentó en un informe la Policía Autonómica. Juan Carlos González Fernández ingresó en el cuerpo en 1991 procedente de la Policía Nacional y tres años después se convertía en el primer responsable de Patrimonio de la comisaría de Vigo. Es autor de varios estudios sobre el monasterio y sus bienes. “Albeos siempre me interesó; se localizan elementos arquitectónicos y piezas del monasterios en muchas casas del lugar; lo registré y envié el expediente a la Xunta de Galicia”, afirma. Desde la Administración autonómica se limitaron a tomar nota y a comunicarle a los propietarios que tienen la obligación de velar por ese patrimonio.
Entre las piezas identificadas como un capitel empotrado en el muro de la vivienda lindante al monasterio con la figura de un atlante o un soporte de altar con dos columnillas adosadas y con capital, posible soporte de un altar, es utilizado de pie de mesa en la casa conocida como de Anselmo, donde también utilizan un capitel bajo un macetero. Pero además el informe de González registró en la casa de Paco, en O Estanco, un arco con escudo que había sido utilizado para dar acceso a las cuadras y una monja esculpida en piedra que sostiene un pajar.
En el caso de la pila bautismal llegó hasta los propietarios actuales por herencia directa de la casa sacerdotal. Se puede ver en el jardín. Mientras lo que podría ser el plato de la fuente del claustro ha sido reutilizado en un camino comunal para recoger el agua de los riegos. Pináculos, gárgolas, dinteles o laudas funerarias completan el expediente documentado con fotografías y localizaciones exactas.
Las religiosas abandonaron el monasterio en  el siglo XVI y fue gestionado desde Antealtares en Santiago. Atrás quedaban siglos de abadesas poderosas. El edificio lo mandó construir por el obispo de Tui, Hemoigio  en 929 para recordar a su sobrino, San Paio, mártir en Córdoba. La dispersión de sus bienes se explica en parte porque fue fruto de la desamortización de Mendizábal. Sus terrenos se repartieron entre los vecinos, donde se construyeron las viviendas. El edificio principal pertenece a una familia y es indivisible. La asociación O Sorriso de Daniel lucha desde hace años para la recuperación de este patrimonio, ahora en ruinas. Manuel Carlos González, autor de varias publicaciones sobre el monasterio e insignia de oro de Albeos, prepara la exposición para 2025 en que se cumplen 1100 años del martirio de San Paio.

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