En veinte días ya encabeza las listas de ventas. Basado en la historia real de un asesino que permaneció impune durante 18 años, Redondo, después de ganar el Premio Planeta, recupera a Amaia Salazar, la inspectora que la encumbró en el género de la novela negra.
Con esta novela supone un viaje en el tiempo.
Esta novela pretende ser un portal para que los que leyeron la triología, puedan volver atrás, al inicio de todo o una entrada a los que no han leído nada. En los tres libros anteriores hago apuntes breves de este momento. Supone los años de formación de Salazar, cuando por fin sale de Baztan y deja de ser víctima para empoderarse. Nueva Orleans aparece en todas las novelas, hay conexión con personajes que se presentan en esta novela.
Después de ver madurar a Amaia a través de la triología, ¿no le costó volver a un momento inicial?
La llevo dentro, es mi personaje sabía cómo era antes y sé cómo será en el futuro. Interioricé su evolución. Antes de escribir la novela ya había dibujado varias veces cómo conoce al agente Dupree y cómo se fraguó la relación. Esta novela fue concebida para leerse a la vez. Tengo esta historia en la cabeza desde 2005, deseo desde hace años contar la catástrofe de Nueva Orleáns y llegó el momento.
Advierte antes de comenzar la trama que esta novela forma parte de las dedicada al norte.
Al norte como punto cardinal, soy yo misma y de las cosas que me apetece hablar. Me di cuenta que todas mis novelas son de cara al norte. Es un acceso al corazón, es el universo del norte. Mi próxima novela también será en el norte.
Sus tres libros anteriores, protagonizados por Salazar, ya fueron llevados al cine. ¿Cómo les sentó la gran pantalla a sus historias?
Estoy muy satisfecha de las tres películas, son adaptaciones. Además acaban de decirme que van a rodar también la historia de “Todo esto te daré” (Premio Planeta 2016), quiero que sea en la Ribeira Sacra. El cine ya no es mío, no depende de mí. Estoy muy agradecida por la proyección que genera, pero ya es un encargo que le hace a un guionista.
