MANUEL VILANOVA Poeta y acaba de publicar "A substancia das horas"

“Al ser poeta veo las cosas con imágenes y se me hace el doble de difícil escribir prosa”

Manuel Vilanova con sus dos últimos libros
photo_camera Manuel Vilanova con sus dos últimos libros

 Manuel Vilanova (Barbantes, Ourense, 1944) acaba de publicar su última obra "A substancia das horas" en la que hace un viaje de vuelta al Ribeiro de su niñez, tras la experiencia de "Un banco na Gran Vía", con más de quinientas páginas de poemas. Anuncia que ya está preparando otro libro y tiene título: “Unha das maravillas do mundo”. Estudió Filología Románica en Santiago y se doctoró con una tesis sobre Cernuda. Fue profesor de Lengua y Literatura en varios institutos de Vigo y por sus clases han pasado cientos de vigueses. Tiene en su haber 16 libros y más de 2.000 poemas.

¿Cómo definiría "A substancia das horas"?
Esta obra está dedicada a dos amigos, Avelino Muleiro y su mujer Rosa, que se murió, una experiencia que viví intensamente. El libro es previo a ese hecho y es el descubrimiento de mi vida en el Ribeiro, mi infancia y la creación de un mundo mítico. Siempre me llamó mucho la atención Cunqueiro, que hacía un mito de cualquier circunstancia, y yo aprovecho para hacer una simbiosis, una síntesis, de lo que realmente se vive en el Ribeiro y en Ourense, un mundo católico, cristiano, con presencia casi pagana de los santos, San Antonio, San Benito ... pero también te puedes encontrar a Aquiles, a Héctor o a Palas Atenea que conformaron mi infancia y está todo junto. Eso le da un sentido de trascendencia al libro y al paisaje como si fuera una Nueva Arcadia, un nuevo lugar, un lugar maravilloso para habitar.

¿Cuando uno es más joven las horas tienen más sustancia?
Se recuerdan mejor, con más cariño. Sustancia tienen la misma pero cuando eres mayor lo recuerdas con más cariño.

Esta vuelta a la infancia ¿a dónde le lleva?
A valorar más lo que tengo, la tierra, el paisaje, la lengua, la amistad. No la nación, sí la patria sentimental, la localización del alma y los paisajes queridos. Pienso asombrado en las cosas que hemos conseguido, hoy leí que hay 60.000 niños matriculados en las universidades gallegas, cuando había una sola universidad cuando yo empecé y un solo instituto en Vigo, el Santa Irene. Es maravilloso lo que hemos construido entre todos.

¿Hay poemas para un nuevo libro?
Sí, estoy con uno. Se llama “Unha das maravillas do mundo”, que es el parque de San Lázaro de Ourense donde yo viví mi infancia. La vuelta al pasado a veces es un imposible, como la foto de mi otro libro “Un banco na Gran Vía”, que es mi mujer de niña cuando aún no la conocía. 


¿Prefiere gallego?
Escribí siempre en gallego y castellano y últimamente más en gallego, porque siempre hay que ayudar al más necesitado. Desde que publiqué en Valladolid en la Fundación Jorge Guillén “El corazón del pan” pues prácticamente me he decidido por el gallego. En 1972 fue el primero y está en castellano.

Era complicado en aquel momento.
Nuestra generación empezó a dar la cara por el gallego y se empezó a dar la especialidad en la Facultad. Entonces la gente escribía demasiado deprisa y no reposaba lo que escribía, excepto los mayores como Cunqueiro o Del Riego. Entre la gente de mi edad era un gallego pésimo.

Siempre poesía ¿por qué?
Yo escribí mucha prosa en la Facultad y cuando estaba preparando las oposiciones. Hice mi tesis doctoral sobre Cernuda y perdí esa fuerza, perdí el camino de la prosa. Yo estoy maravillado con lo que tenemos en Galicia, un gran patrimonio riquísimo y quería escribir un libro en prosa sobre ello, pero no tengo fuerzas para la prosa. Decía García Márquez que un novelista trabaja como un burro, diez horas sentado a la máquina de escribir todos los días, yo los admiro muchísimo. Es difícil perpetrar unas páginas de prosa y yo al ser poeta veo las cosas con imágenes y se me hace el doble de difícil. También hubo una época que hice periodismo. En "Diario 16 de Galicia" hacía la última página con una entrevista con un personaje ficticio y también en "Xornal Diario" con Paco López Barxa con varios artículos a la semana. Los periodistas me sorprenden mucho. 

Y de la etapa de profesor, ¿qué le quedó?
Mucha satisfacción, sobre todo los primeros años. Hay dos etapas muy claras, una antes de la Logse y otra después, no es que no hiciera falta pero lo que no puedes es meter a un chico donde no quiere estar. 

¿Se ha perdido el valor por las humanidades y la literatura?
Sí, ya se veía venir. Igual ha pasado con el arte o la filosofía, son asignaturas condenadas. Escuché a Torrente decir en una conferencia “no dejéis que os quiten nada” y ya nos habían quitado el griego y el latín que fueron cayendo poco a poco. 

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