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Reloj y banda sonora de Vigo

El responsable de mantenimiento de Abanca, Pablo Cabello, ante el reloj de la sede central en Vigo. A la derecha visto desde el exterior. Mide 2 metros de diámetro
photo_camera El responsable de mantenimiento de Abanca, Pablo Cabello, ante el reloj de la sede central en Vigo. A la derecha visto desde el exterior. Mide 2 metros de diámetro

La característica esfera blanca de la sede de Abanca y su maquinaria se instaló en 1955 y hace unas semanas pasó por reparación para cambiar un motor. Muchos vigueses llamaron al banco porque empezó a atrasar y luego se paró

nnn “Alborada galega” a las 8 de la mañana, el “Ave María” de Schubert a las 12, “Camina Don Sancho” a las 15 horas, “Lonxe da terriña” a las 19 y “Negra sombra” a las 22 horas es el repertorio musical del reloj de la sede de Abanca, en el cruce de Policarpo Sanz, García Barbón y Colón, que pone banda sonora a la ciudad desde que se instaló en 1955. En Navidad se sustituye por el villancico “Noche de Paz”. 
Hace unas semanas pasó por el taller, el de Peares desde hace muchos años, porque empezó a atrasar. Muchos vigueses llamaron al banco para saber qué le pasaba al reloj en cuanto empezó a atrasar. “Fue la primera avería en diez años, hubo que cambiar un motor por el desgaste”, explica el relojero Salvador Pérez, ahora ya jubilado aunque es su sobrino Óscar, que sigue con la relojería Peares, el que se encarga del mantenimiento.
“Empezó atrasando dos minutos, luego tres y luego diez, así que al final se decidió pararlo, sobre todo para que la gente se diera cuenta de que estaba en reparación”, explica Pablo Cabello, responsable de mantenimiento de Abanca.
Salvador Pérez, artesano de la relojería, recuerda que la pieza la montó una relojería vasca y el relojero Botana puso la música. Inicialmente era un complejo sistema de varillas metálicas que el relojero debía hacer más cortas o más largas en función de la nota y construir así la canción entera. Hoy es todo electrónico. 
En 2002, la relojería Peares se hizo cargo de la supervisión. Explica Salvador Pérez que durante años la entonces caja de ahorros tenía una persona, que vivía en el edificio, para el mantenimiento de una pieza que requería un seguimiento diario. “Ahora es todo automático, pero antes tenía que ir el de mantenimiento a cambiar la hora a las dos de la madrugada cuando es el cambio de invierno o verano y ajustarlo cada día”, explica.
Señala que el reloj de Abanca “ahora apenas necesita mantenimiento, solo cuando hay averías”, porque hace diez años, en noviembre de 2009, se cambió la maquinaria para adaptarla a los nuevos tiempos. La antigua ocupaba toda una habitación que hay justo detrás del reloj, la nueva, electrónica, es una pequeña caja negra.
El relojero aprendió el oficio en el pueblo de Os Peares, de ahí el nombre de la relojería, donde su padre trabajaba en el salto de Fenosa. Así que cuando se estableció por su cuenta le puso el nombre del pueblo donde vivió su juventud a su relojería, que sigue con el mantenimiento tras su jubilación.
Hace unas semanas el reloj se tuvo que parar para cambiar el motor, por desgaste, y era el primer contratiempo que sufría la nueva maquinaria en diez años.
El mantenimiento ahora consiste en el engrase del motor de las agujas y la esfera, para que no se filtren humedades y que se vea blanca, “porque si pierde luminosidad no se ve la hora tan bien”, precisa Pablo Cabello.
Hace unos años se estudió la posibilidad de dejarlo sin sonido y se hizo una prueba, pero hubo que volver a poner la música ante las llamadas de los vigueses. El carrillón pone banda sonora a la ciudad y es uno de sus símbolos sonoros. n

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