VIGO

El primer cazatesoros de la Ría

Los pecios de Rande, arriba en la imagen captada por ultrasonidos, fueron buscados desde el año de la batalla, 1702
photo_camera Los pecios de Rande, arriba en la imagen captada por ultrasonidos, fueron buscados desde el año de la batalla, 1702
Ramón Patiño Gómez presenta en el último número de “Glaucopis” al sueco Liebert Wolters, un buscador de tesoros, que en 1919 es el primero en comprar las licencias españolas y francesas de los galeones de Rande

El tesoro de Rande va más allá del oro y la plata que se apresuraron a descargar las tripulaciones antes de la batalla naval. El fondo de la Ría custodió cañones de hierro y bronce, balas, anclas o cajas de fruta, con objetos de valor entre la mercancía. Desde los primeros meses tras el enfrentamiento de 1702, se organizaron expediciones para recuperar las piezas hundidas en el mar. Pero el primer buscador de tesoros profesional no llegaría hasta 1719, el sueco Liebert Wolters de Siohielm, tal y como recoge Ramón Patiño en su colaboración en el nuevo boletín “Glaucopis”, que el Instituto de Estudios Vigueses presenta hoy, a las 19.30 horas, en su sede de Cánovas del Castillo, 2.

Según desvela Patiño, arqueólogo e historiador, pagó el 25 de marzo a la Corona española 300 escudos para el rescate de los restos. Meses después conseguiría una concesión similar de la Corona francesa. Inició los trabajos a bordo del navío “Duque de Gloston”, apresado a la flota inglesa. Contrató a tres buceadores: Thomas Phelipo, Lamberto Brackman Y Gellio Reylinger, además del ingeniero Carlos Milldmay.

Comienzan usando una campana de madera forrada de cobre con la que bajaban al fondo de la bahía, localizaban los objetos y los ataban para izarlos. Un año después mejoró la maquinaria con dos pinzas de hierro para agarrar piezas sueltas.
En el Museo do Mar, en Alcabre, se conserva la placa de cobre de la campana, donde aparecían las instrucciones para los buzos escritas en ruso antiguo: “Tirar de la cuerda una vez pregunta cómo te sientes; tirar tres veces ordena salir; repetir la seña de salir es salir deprisa”.
Wolters, que tiene problemas con las inspecciones francesas, acaba por ser arrestado en su domicilio de A Portela, en 1722 por intentar llevarse tres cañones de bronce ingleses. Las deudas le hacen deshacerse de un esclavo de confianza por 1.500 reales. Desaparece a finales de año sin pagar a los trabajadores. Reaparece dos años después en las minas de Río Tinto (Huelva).
Regresará a  Rande en 1126 como socio asesor de J. Antonio Cosca.

Historia, con 9 de los 23 artículos, es la sección preferida del boletín 

 El número 24 del boletín “Glaucopis” del Intituto de Estudios Vigueses propone una selección de temas de la ciudad y de su entorno. Repartido en distintas secciones, la dedicada a la Historia es la dominante con nueve colaboraciones de los 23 artículos de la publicación. Así, junto a los “Personajes de Rande”, de Ramón Patiño, están “Una obra pía en Vigo: el hospital de pobres y peregrinos”, de Juan Miguel González Fernández; “Cangas do Morrazo. A vida cotidiá dunha vila mariñeira no contexto do Antigo Réxime”, de Xavier Castro; “La presencia de Lastrinos en el Vigo dieciochesco”, de Milca Iglesias; “Vigo es valerosa, pero no fiel”, de Jorge Lamas: “Del asociacionismo comercial liberal en sociedades preindustriales y la formación del ideario republicado. Vigo 1843-1900”, de Gonzalo Hernández Soto; “Modernidade pedagóxica e reinvicación da EScola Nova na prensa da cidade de Vigo (1926/1929): a figura do profesor Apolinar Torres López”, de Antón Costa: “Nazificación y desnazificación del colegio Alemán de Vigo”, de Diego Giráldez Lomba y Beatriz González Santos y “A exposición industrial de Galicia en Vigo (1944)”, de José Luis Mateo.
La sección sin clasificar es la segunda más numerosa con temas variados como “La ciudad de la prensa”, de Ceferino de Blas; “Emma Romeldi y Ebe Trèves: dos admiradas voces sobre el decimonónico escenario de la Casa Teatro viguesa”, de Carlos Enrique Pérez; “Una historia de servicio. El Rotary Club”, de Salvador Fernández de la Cigoña; “O paso do Centro Oceanográfico de Vigo por distintos ministerios (1917/2019)”, de Alberto González-Garcés y Uxía Tenreiro; “Por que pudieron arder los montes periurbanos de Vigo y de la autopista Pontevedra-Santiago”, de José Pérez Vilariño; “Os nomes das viguesas e dos vigueses”, de Antonio Vaamonde Liste; “A Roda. Fun polo vento, vin polo aire”, de Carlos Herrera Oya, para acabar con “In Memoriam: Jaime Garrido, un arquitecto que amou profundamente á cidade de Vigo”, de José Ramón Iglesias Veiga. En arqueología, Patricia Iglesias y Rosa Villar abordan la rehabilitación del hospital Sancti Espiritus de Baiona; en arquitectura, Iglesias Veiga trata del trabajo en en Santiago de Jenaro de la Fuente, mientras en Arte, Marisa Ilarri habla de la pintura francesa en Castrelos y  Beatriz de San Ildefonso de Leopoldo Varela.n

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