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El parricida de Sárdoma ocultó el cuerpo en un galpón varios días

Manuel A., de 43 años, lleva más de un año en prisión preventiva.
photo_camera Manuel A., de 43 años, lleva más de un año en prisión preventiva.
La Fiscalía pide para el acusado 11 años y medio de cárcel por un delito de homicidio 
nnn Manuel A., de 43 años, tendrá que enfrentarse a un jurado popular por el crimen de su padre, de 81, en diciembre de 2018 en Sárdoma. La Fiscalía entiende que fue un homicidio, no asesinato, y solicita once años y medio de cárcel. En su escrito de acusación le aplica la agravante de parentesco y dos atenuantes, la de confesión y la de alteración psíquica.
Los hechos que relata el Ministerio Público revelan que el cadáver del octogenario no estuvo doce días junto al Lagares, en el Camiño do Pontillón, donde fue descubierto en enero por unos vecinos, sino que permaneció antes oculto en un galpón en la propia finca donde ambos tenían sus viviendas.
La fecha del crimen se sitúa el día 27 de diciembre sobre las 6,45 horas de la mañana. El  acusado, hijo menor de la víctima, se encontró con su padre en la finca. Afirma el fiscal, que se dirigió hacia él portando un objeto contundente  y “le golpeó con fuerza varias veces en la cabeza”. Lo hizo “con intención y con plena conciencia de acabar con su vida o, en cualquier caso, asumiendo y aceptando cualquier resultado que se derivara de su acción, incluida la muerte de su padre”, sostiene el Ministerio Público. Tras el ataque, continúa el escrito de acusación, el hijo arrastró el cuerpo de su padre a un cobertizo en el interior de la finca, “abandonándolo allí, siendo consciente de que en dicho lugar no podría ser visto ni auxiliado por terceras personas, marchándose tras ello del domicilio para dirigirse a su puestos de trabajo, donde desarrolló su jornada habitual”.
Los golpes recibidos por el octogenario le causaron lesiones “mortales de necesidad”, falleciendo a consecuencia de un traumatismo cráneo-encefálico abierto y facial.
La Fiscalía asegura que el cadáver del octogenario permaneció varios días en el cobertizo, donde  el acusado lo amortajó atándolo de pies y manos con un cinturón y cinta carrocera y lo cubrió con distintas telas y dos bolsas plásticas, una para cubrir la parte superior del cuerpo y la otra desde los pies hasta las rodillas. 
No sería hasta el día 30 de diciembre sobre las siete de la mañana cuando el hijo de la víctima  trasladó el cuerpo. La acusación pública sostiene que con la intención de “dificultar el hallazgo y localización del cadáver, lo trasladó desde su vivienda hasta una finca forestal situada en Camiño Pontillón, donde lo depositó y lo cubrió con ramas de arbustos y cañas que recogió en los alrededores”. Fue en ese lugar donde permaneció el cuerpo hasta el 7 de enero,  día en el que dos vecinos lo encontraron.
Sólo tres días después, durante un registro judicial en la finca y la vivienda de la víctima, y cuando todavía no había sospechas sobre el acusado, éste reconoció de forma espontánea ante la Policía y ante la letrada de la Administración de Justicia haber matado a su padre.n

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