“La pandemia va a ser muy larga. Los aeropuertos no trabajan, a las estaciones de tren o autobús no viene nadie porque la poca gente que viaja lo hace en coche por seguridad. No tenemos turismo ni congresos, no tenemos nada. Tampoco tenemos ocio, sin discotecas ni bares”, explica Manuel Choren, presidente de la Asociación de taxis. “Lo de la hostelería nos ha jodido bien”, asegura.
“Hay compañeros que han solicitado excedencias o baja temporal. La licencia queda en suspenso y el taxista puede dedicarse a otra actividad si la encuentra, pero nos sigue acumulando deuda por autónomos, impuestos o gestoras”, explica Roberto Costas, portavoz de la Asociación Élite Taxi.
Si antes de la pandemia trabajaban seis días a la semana y libraban uno solamente “para ser mileuristas”, ahora trabajan dos de cada tres exclusivamente para mantener viva la licencia y el taxi a la espera de que lleguen tiempos mejores. “No podemos hacer, como servicio público que somos, un cese de actividad”, explica Chorén, que habla de una “situación crítica”, y de “compañeros desesperados” que se endeudaron para adquirir una licencia.