El juez prorroga el secreto de la investigación del crimen de garaje

Manuel Salgado murió de un tiro en la nuca en un garaje de Rosalía de Castro en 2004.
photo_camera Manuel Salgado murió de un tiro en la nuca en un garaje de Rosalía de Castro en 2004.
La causa sobre el asesinato de Manuel Salgado en 2004 continuará con dicha medida, que no afecta al fiscal, un mes más

El grupo de homicidios de la UDEV Central de Madrid continúa con las pesquisas sobre el asesinato de Manuel Salgado en un garaje de Rosalía de Castro en 2004. La causa fue reabierta en noviembre del año pasado y ahora, el titular del Juzgado de Instrucción 4 ha porrogado durante un mes más el secreto sobre las actuaciones, que impuso desde el primer momento, a excepción de para la Fiscalía. 

El auto, de este mismo mes de junio  recoge que no han variado los motivos por los que se procedió a tomar esa medida, de ahí que decida mantenerla. Esta decisión supone también que las pesquisas avanzan aunque se desconozcan los pormenores de las mismas.

No obstante, el informe policial sobre el que el propio juez había puesto el plazo en este mes de junio  se amplía, al menos hasta obtener una nueva decisión y que podría ser definitiva: llegar a citar a algún investigado o por el contrario dar carpetazo a un asunto que llevaba años en un callejón sin salida. 

El propio juez desempolvó el caso y con la petición de la hermana y los sobrinos de la víctima decidió retomar la investigación atendiendo a diligencias que en su momento se pasaron por alto. Los agentes, pertenecientes al mismo equipo aunque no grupo que investiga la muerte y desaparición de Déborah Fernández, se han desplazado en varias ocasiones a Vigo en los últimos meses, tomando declaración a varias personas vinculadas a Manuel Salgado y  tomando la vía de un posible crimen económico. 

En su momento hubo dos investigados, la exmujer y su entonces pareja, pero la causa se archivó contra ellos.

SEIS MESES EN BUSCA DE PRUEBAS

La Policía lleva más de seis meses buscando pruebas o al menos indicios sólidos que apunten hacia los posibles responsables del asesinato. La principal hipótesis sigue inamovible: fue un crimen por encargo.  Encontrar a quien disparó el gatillo no parece tarea fácil. Fue imposible en años anteriores, porque no había huellas, solo un par de casquillos que permitieron saber qué tipo de arma y poco más. Tampoco restos biológicos ni testigos.  El asesino accedió al garaje a la que hora en la que sabía que iba a estar su víctima y le descerrajó un tiro en la nuca prácticamente a bocajarro. Los agentes buscan a quien pudiera estar detrás del que hasta el momento parece un crimen perfecto. 

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