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Una intervención con pictogramas dispara el reciclaje en el hospital

Los colectores de una de las salas de espera, tras la intervención.
photo_camera Los colectores de una de las salas de espera, tras la intervención.
Una estudiante de la UVigo diseñó una prueba piloto en el Álvaro Cunqueiro que busca "automatizar" este comportamiento
 Para reciclar no sólo es necesaria una infraestructura para separar los residuos, sino también un correcto comportamiento de las personas. Eso pensó Lucía Rendo, que hizo sus prácticas en el Hospital Álvaro Cunqueiro mientras estudiaba su Máster en Gestión del Desarrollo Sostenible en la Universidad de Vigo. Así, diseñó un proyecto para su Trabajo de Fin de Máster basado en las premisas de las Ciencias del Comportamiento para que los usuarios separaran mejor los residuos y así el hospital pudiese aumentar su cantidad de material reciclado.
Este proyecto –cuyo piloto se llevó a cabo en el hospital vigués en los meses de junio y julio– consiste en una intervención en la señalización de los contenedores de residuos –tres de ellos para esta prueba piloto– con el objetivo de mejorar su segregación selectiva. Explica la propia Lucía que “estos contenedores en su estado inicial no resaltaban nada. Tenían una división, unos pequeños carteles que pretendían dividirlos en envases, papel y resto, pero apenas tenían visibilidad”. Así, partiendo de las bases de una buena estrategia de señalética, se incluyeron pictogramas y se resaltaron los colores de cada cubículo respetando los del sistema urbano de recolección para que fuesen más reconocibles.
Con esto, según apunta Lucía, se pretende provocar una respuesta automática en los usuarios: “Se intenta que no se tenga que pensar en la decisión que se va a tomar, que el espacio esté diseñado de tal manera que si yo tengo una botella de plástico en la mano, la deposite allí donde está indicado”. Uno de los residuos en los que se hizo más hincapié, debido a las circunstancias actuales y a que eran los que los usuarios tendían a tirar donde no debían, fueron guantes y mascarillas.
Los resultados no pudieron ser mejores: “Se midió el porcentaje de contaminación de los contenedores antes de la intervención, esta se diseñó en función de las mediciones y una vez terminado, se volvió a medir. Hubo una mejora general”, celebra la estudiante detrás de este proyecto.
Una vez concluido este programa piloto, Lucía dedica su tiempo ahora a realizar una medición más exhaustiva con una muestra más grande de tiempo “para poder hacer el análisis estadístico y tener datos más confiables sobre cómo modificó el comportamiento esta intervención”, pues su intención es expandir este experimento replicándolo en otros ámbitos. Aunque puntualiza: “tendrá que ser ligeramente diferente en cada nuevo espacio”. Lo que tiene claro es que este proyecto “es muy positivo para cambiar los hábitos de la gente e incluso para la educación sobre el reciclaje”.

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