Comunidades de vecinos de Vigo rozan el colapso por la inflación

Samuel Soto, de Samuel Gestión Fincas, pide una tarifa reducida en base al número de propietarios
photo_camera Samuel Soto, de Samuel Gestión Fincas, pide una tarifa reducida en base al número de propietarios

La subida del gasóleo y la electricidad pone contra las cuerdas sus cuentas. Piden tarifas reducidas ante el riesgo de  subir cuotas y de la amenaza de aumento de la morosidad

Al igual que los hogares unifamiliares, las comunidades de vecinos sufren con dureza los efectos de la inflación, que se situó en marzo en niveles de hace 40 años. Especialmente la galopante subida de los precios del combustible y la electricidad, que en Vigo y provincia alcanzaron el pasado mes una variación interanual del 83,8%. Esta cifra es casi ocho veces superior a la subida general del IPC, que fue de un 10,9%.

Y no es para menos, pues la gran mayoría de los hogares de la provincia utilizan estas fuentes de energía para la calefacción. Según los datos ofrecidos por la encuesta coyuntural a hogares (2020) del Instituto Galego de Estadística (IGE), el 37,7% (103.716) emplea gasóleo; el 26,7% (73.406), gas natural y el 19,7% (54.367), electricidad. Brais Ocampo, responsable de la gestora de fincas Monere, en Vigo, matiza que “la electricidad afecta en una medida algo menor a las comunidades porque la mayor parte tienen una potencia contratada”. Así, donde más se ha notado es en el gas y el gasóleo.

Es por eso que a principios de mes, el Consejo General de Colegios de Administradores de Fincas escribió una carta al Gobierno  solicitando que se apliquen a las comunidades de vecinos tarifas energéticas reducidas, similares a las de los hogares individuales. Y así lo refrenda Samuel Soto, gerente de Samuel Gestión Fincas, en Vigo: “Los políticos tienen margen de maniobra para hacer más cosas, como bajar impuestos, pero lo primordial es que haya tarifas reducidas para comunidades de vecinos en base al número de propietarios. No tiene sentido que tantas familias se vean perjudicadas por tener un sistema comunitario, es un agravio comparativo evidente y se podría regular con un Real Decreto de forma rápida”.

Ajustes de gastos

Los gestores de las comunidades de vecinos han tenido mucho trabajo en los últimos meses a causa de la subida de precios. Y es que, para evitar que la frenética escalada del IPC repercuta en exceso en las cuotas mensuales de las viviendas compartidas, los administradores se han encargado de ajustar las cuentas lo máximo posible para evitar que la economía de los vecinos se resienta. Samuel Soto afirma que, en algunos casos “hemos tenido que tirar de los fondos de reserva y maniobra de las comunidades para capear el temporal”. 

El gasto en combustibles es ahora un porcentaje mucho mayor en el presupuesto de las comunidades de vecinos, por lo que los gestores se han puesto manos a la obra recortando todos los gastos prescindibles en cada finca, así como reducir los tiempos de calefacción en los edificios en los que todavía no la han apagado. Todo para amortiguar una subida de las cuotas “inasumible”, de acuerdo con Samuel Soto. Sin embargo, todo esto no es más que un parche temporal que depende de que los elevados precios de luz y combustible no se mantengan en el tiempo: “No es viable esta situación, es evidente que es una barbaridad”, comenta.

La prohibición de las juntas ayudó a contener la crisis

Si en las comunidades de vecinos se había podido mantener una cierta estabilidad, fue porque desde el inicio de la pandemia y hasta este mes de enero se prohibió la celebración de juntas ordinarias. Así, no se presentaron informes de cuentas ni se revisaron las cuotas de los propietarios durante casi dos años. 

“El problema”, explica Brais Ocampo, de Monere, “es que esta subida de precios de la energía y los combustibles coincidió con la celebración de las juntas ordinarias en las que ya había que revisar las cuotas pendientes de los últimos dos años”, por lo que la situación es compleja.

“Si esto se prolonga hasta el invierno, habría que aumentar las cuotas un 60%”

 El precio del gasóleo C –el que se usa para la calefacción– vivió sus dos extremos en apenas dos años. En la época de confinamiento más duro, Brais Ocampo de la gestora de fincas Monere señala que “llegamos a llenar depósitos a 0,52 euros el litro”, mientras que el pasado mes de marzo “en alguna comunidad que gestionamos lo hicieron a 1,66”. Si se compara con el precio que venía teniendo este combustible en los últimos meses, la diferencia también es notable, pues Ocampo apunta que “estaba entre 0,72 y 0,76 euros el litro”. Es decir, más del doble.

Esta escalada en los costes de la energía repercute directamente en la economía de los vecinos. Brais Ocampo apunta a que en algunas comunidades, con estos precios extremos, la hora de calefacción le sale a cada familia a dos euros. “Si calculamos que para que se caliente la casa hay que ponerla tres o cuatro horas al día, sale a 300 euros mensuales de calefacción más el coste fijo, que depende de cada comunidad”.

Tanto Brais como Samuel Soto coinciden en que la época en la que se ha dado esta situación –finales del invierno– ha ayudado a evitar mayores problemas, pues muchas comunidades han optado por apagar la calefacción para ahorrar costes y en el mes de marzo es una decisión mucho más asumible que en pleno invierno. 

Por eso confían en que esta situación vaya a menos con el paso del tiempo, porque de llegar a repetirse el próximo invierno, muchas comunidades de vecinos tendrán que tomar decisiones drásticas: “Habría que incrementar el precio de las cuotas en un 60 o 70%”, calcula Brais Ocampo. “A mucha gente se le hará cuesta arriba si esto sigue así”, sentencia.

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