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Los incondicionales de San Amaro

La mayor afluencia de fieles tuvo lugar tras la misa solemne. El acceso al interior de la capilla estuvo prohibido y el exterior, señalizado.
photo_camera La mayor afluencia de fieles tuvo lugar tras la misa solemne. El acceso al interior de la capilla estuvo prohibido y el exterior, señalizado.
Los ofrecimientos al santo y las misas en su honor se mantuvieron en Matamá con las restricciones del protocolo anti-covid, pero sin romería, ni cocido, ni programación festiva 

 “Muy flojo, con el día tan bueno que hace, es una pena porque apenas vinieron fieles”. Joaquín García, junto a Manuel Costas y Santiago Pousa, compañeros de la Hermandad de San Amaro, controló que el acceso al entorno de la capilla de Matamá siguiera un orden y se mantuvieran las distancias de seguridad. Las vallas indicaban el itinerario a seguir, con un único sentido obligatorio. Por la mañana, la mayor afluencia se dio tras la tercera y última misa, la solemne que en esta ocasión no precedió a la procesión. Así, San Amaro no fue llevado este año a la iglesia parroquial, aunque sí se trasladó al exterior de su capilla. “Es muy pequeña y al tenerlo fuera evitamos aglomeraciones”, indicó García.

En la iglesia parroquial se oficiaron cinco misas.

Tras cumplir con los oficios religiosos, los incondicionales del santo curandero fueron fieles al ritual. Con exvotos de cera prestados, los de madera se retiraron, dieron las vueltas prometidas al templo, aunque siempre un número impar como dicta la tradición. “Yo la rodeo once veces, una novena, lo hago en agradecimiento por mi hijo”, afirma Teresa Álvarez, que desde hace 13 años no falta a la convocatoria.

María Gómez viven en As Travesas. Le cuesta caminar, porque según dice, a su edad “ya me duelen todos los huesos”, pero pese a la complicada situación de esta año quiso cumplir con su cita con San Amaro.

Marta Fernández-Tapias, con representantes del PP, visitaron a San Amaro que esperó en el exterior.

El santuario también recibió una visita política, la de la delegada territorial de la Xunta, Marta Fernández- Tapias, que acudió acompañada por la senadora Elena Múñoz, el parlamentario Diego Gago y el concejal Alfonso Marnotes, todos del partido popular.  El único rastro de romería lo ponían los tres puestos de rosquillas. Los responsables se quejaron de las escasas ventas: “Casi no hay gente, solo la de aquí”. Al entorno de la iglesia se acercaron también miembros de la peña de San Amaro, ataviados con los distintivos. “No podemos celebrar el cocido, pero venimos a tomar un vino”, apunta Edu Comesaña.

Romeros y fieles en cita inusual

Joaquín García, de la Hermandad.

“El itinerario está marcado y todo muy controlado, esa fue la condición para sacar al santo y permitir las ofrendas”

Manuel Costa y Santiago Pousas.

“La situación es complicada, no  podemos dejar los exvotos de madera, habría que desinfectarlo”

Ana Iglesias y Edu Comesaña.

“Venimos hasta aquí por añoranza, este año no podremos celebrar el cocido en que nos juntábamos hasta 60 comensales”

Teresa Álvarez, desde el centro.

“Hace 13 años ofrecí a mi hijo antes de una operación, podía perder una pierna, san amaro le protegió y vengo desde entonces”

María Gómez, de As Travesas.

“A mi edad ya me duelen todos los huesos, aunque me cuesta caminar, vengo porque le tengo mucha fe a este santo”

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