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Los hijos de Zulueta y Fernández de Castro, con Galicia

Luis Zulueta Guillán nació en 1893 en la Illa de Arousa. Nilo Fernández Castro, lucense, vio las primeras luces en Lugo, en 1890.  Serían el germen de una familia profundamente galleguista

Alfonso Zulueta de Haz, recién fallecido y enterrado, informaciones que se pueden seguir en nuestro periódico, era el tercero de cuatro hermanos. El primero, José Luis (+), ingeniero en la especialidad de Minas;  el siguiente Carlos (+)  doctorado por partida doble, en Ciencias Químicas y Farmacia;  después nuestro Alfonso (+) y el cuarto un economista, Javier.
Antes de entrar en lo referido a Alfonso –nacido en Vigo el 9 de mayo de 1926-, vamos a la figura de Carlos Zulueta de Haz, casado con Paz Madariaga de Oya, hija de Romualdo de Madariaga y Céspedes y Paz de OyaSalgueiro (Datos obtenidos de una esquela del citado Madariaga, en ABC de 20.1.1970) Paz, descendía de la familia García Barbón, él arquitecto prestigiado, autor entre otros muchos de los proyectos del Banco de España, en el inmueble que ocupa hoy la Casa das Artes y “La Plancha”, inmueble este que se construyó entre Policarpo Sanz, el pequeño vial al que se puso el nombre de Carlos Oroza–antes, Travesía de Príncipe- y la rúa del Príncipe. Parte de la información sobre su hermano Carlos, me la dio hace bastante tiempo, Alfonso Zulueta de Haz. Por el apellido De Haz tenía un sinfín de parientes, algunos muertos y otros vivos, una buena parte de ellos, personas significadas en la vida ciudadana.
En Gaucín (Málaga), aún recuerdan a Alfonso, aquel  fue su primer destino notarial. En Interet hay una información titulada “El Patronato de Gaucín que fundara y presidiera el notario Alfonso Zulueta de Haz”, por Teodoro de Molina,  del Patronato de Educación y Ciencia de Educación y Cultura de Gaucín.  Da a nuestro paisano como presidente de la Junta directiva fundacional y señala que fue inaugurado en septiembre de 1961. Una obra social y también de promoción educativa, como era el caso con escolares y con adultos, a los que se  preparaba para que pudieran acceder el título de Graduado escolar. Hay otro documento digital, “Gaucín al alba, años 50/60, paisaje humano”, de 16 folios en los que aparecen docenas de habitantes del pueblo. En la página tres se lee; “(…) Enfrente, en una casa de las señoritas de la luz –abundan los sobrenombres, lo que aquí llamaríamos 'alcumes', vivieron varios notarios y médicos. Don Alfonso Zulueta de Haz, ilustre notario, fue uno de los fundadores del Patronato de Educación y  Cultura, muy respetado y querido (…)”. Luego habla de otras personas ajenas a nuestro objetivo con esta página.
 Volvemos con la generación anterior a su padre. No hemos dicho que Luis Zulueta estaba casado con Josefina de Haz y Tena. Trabajador, virtud que heredó el hijo que especialmente nos importa, se hizo acreedor a la medalla con ramas de roble al  Mérito en el Trabajo. Entre las actividades que ejerció en Vigo, nos interesa Astilleros y Construcciones, ASCON, aquella empresa innovadora que inicialmente estaba dirigida al mas alto nivel por Alejandro Barreras Barret  al que acompañaba Guillermo Gefaell, de titulación semejante. Luego entró en otros negocios del vino.
Dediquémosle alguna atención a Nilo Fernandez Castro,  padre de María Teresa Fernández Cabaleiro, viuda de Alfonso Zulueta. Aquel, como ya hemos dicho, era lucense,  el mayor de siete hermanos. En la Magistratura del Trabajo que creo estaba en Porta do Sol, mas o menos frente al Dinoseto, pero en la otra acera, era magistrado suplente.
El  titular  de Magistratura de Vigo fue, desde 1933, el orensano de Bande, Emilio Bermúdez Trasmonte, que avanzados los sesenta del siglo pasado, seguía en el puesto. Inolvidable su hijo Emilio, abogado casado con Elisa, el falleció en 2013. Estos naturales de Bande estaban emparentados con el escritor Eugenio Montes, joya de pluma tanto en prosa como en verso, nieto de Eugenio Dominguez, que pasó de herrero a notario, como Zulueta de Haz, era notable ciclista con cincuenta años y mas. Su madre, un portento, era Elvira Domiguez, primera bachiller de la provincia.
Dicen otros que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer, lo digo en grado superlativo. María Teresa Fernández Cabaleiro, viguesa distinguida como lo son otros a los que se agasaja un poco antes del día de la Reconquista, que es el 28 marzo. Ella es ahora la viuda de un personaje poliédrico en lo de hacer el bien, sea ayudando a los que lo necesitan de verdad, desde alguna organización ad hoc. o a los pobres vergonzantes. Alfonso y María Teresa han trabajado juntos pero muchas veces cada uno por su lado. No por eso se han querido menos,  han conseguido ser una pareja sólida, pero por separado, ocupando un lugar separado e irrenunciable. Y les ha salido bien. ¡Como ha debido pasarlo esta dama!, meses y meses encamado, claramente a las puertas de la muerte. Ni sé cuantos creyentes tengo alrededor, ni se lo voy a preguntar ni contertaré a tal requerimiento. Cuando escribo, el resto que me quedaba por  cubrir, después de asistir al entierro en Pereiró. Doy por  bueno que Alfonso se ha presentado a las puertas del Cielo con una Biblia de la editoria Sept, otra hazaña de nuestro personaje y algunos colegas en ideales. El cancerbero de la Gloria no solo sabía ya lo que ese libro puede enseñar al que no sabe y al tiempo  apoyar la expansión de la lengua gallega.
Lo personal al final. En 1969, era servidor delegado en Vigo de “El Correo Gallego” de Santiago, y me concedieron el premio de cuentos Café Marín, dotado con 2.500 ptas. Puedo presumir del trío  que formaba el jurado: presidente, Alfonso Zulueta de Haz, que debía residir en suchalet de Aguete, del mismo municipio que aquel en el que ejercía como notario, es decir Marín.Un vocal, Alfredo García Alén, siempre leal al echar una mano a su jefe, el director del Museo de Pontevedra, José Fernando Filgueira Valverde.  ¡algunas veces vi a Alfredo  en la playa de la Lanzada dirigiendo excavaciones arqueológicas, qué pericia! Este último tiempo fui redactor considerado por la patronal del “Diario de Pontevedra”, año y medio entre 1963 y 1964 estuve en la capital. Finalmente, Manuel Lueiro Rey, tuvo en Vigo un antepasado dedicado a la docencia con varios colegios de su propiedad sucesivamente, Olegario Lueiro Soto era sucesivamente, desde 1870 y tantos. Y el escritor, en los primeros sesenta ganó unos juegos florales en la ciudad olíviica, con un canto a Vigo que es una preciosidad, en la que se defiende al mas débil.

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