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“Las gaviotas no son ratas con alas, son nuestro patrimonio”

Una gaviota construye uno de sus nidos en un tejado de una casa en Vigo esta semana.
photo_camera Una gaviota construye uno de sus nidos en un tejado de una casa en Vigo esta semana.
Los expertos descartan una mayor agresividad en estas aves por el confinamiento
Con la apertura de terrazas y bares tras el confinamiento llegan también las quejas de usuarios y hosteleros por la presencia de gaviotas rondando las mesas para llevarse algo de comida en el pico. Algunos consideran que las aves están más agresivas  después del confinamiento, pero los expertos descartan esta causa-efecto.
El responsable de conservación del Parque Nacional Illas Atlánticas, Vicente Piorno, asegura que la actividad de las gaviotas se intensifica todos los años desde principios de mayo, por el “comienzo de la puesta”. Nada que ver con la situación de crisis sanitaria que ha afectado a la habitual rutina de los ciudadanos. “Esta época es de mucha demanda energética y esfuerzo para estas aves, cuando comienzan a nacer los pollos y buscan alimento”, explica el experto quien afirma que lejos de lo que se piensa, “las gaviotas son especies muy inteligentes y que se alimentan principalmente de vertebrados marinos”. Sólo un porcentaje muy pequeño sobrevive en la ciudad, ya que es en Cíes donde se encuentra una de las colonias más importantes del mundo. “No son ratas con alas, son un patrimonio muy especial de Galicia”, asegura.
Piorno es consciente de que “pueden llegar a ser molestas pero es simplemente un problema de convivencia. Hay que pensar nosotros también invadimos su espacio cuando vamos a Cíes”. Para el responsable de conservación del Parque Nacional “el principal problema es que a veces nos identifican con la comida, por eso es muy importante que la gente no les dé de comer” y respecto al problema que surge en las terrazas, “es tan sencillo como retirar el trozo de bizcocho o la tapa si no la vamos a consumir”.
El hecho de que la ciudadanía haya estado confinada durante varios meses, “no ha influido especialmente en esta especie, quizá a la hora de buscar comida en la ciudad,  al haberse reducido la actividad pero poco más”. Añade que el porcentaje de estas aves que vive en la ciudad es muy pequeño frente a la gran colonia que está asentada en Cíes y cuya población se ha visto reducida en número en los últimos años de forma muy importante por la reducción de alimento con la caída de sardinas y el cierre de los vertederos. Así, la colonia pasó de unas 30.000 a las 10.000.
Piorno  insiste en replantearnos nuestra visión sobre esta especie “tan nuestra”  y en que es posible una convivencia en la ciudad, igual que lo es cuando se visitan las Cíes y se accede a su territorio. 
 

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