DE GUARDIA EN VIGO

Las fruterías aguantan el ritmo

Isabel y su compañera en la frutería Katuxa de Illas Baleares.
photo_camera Isabel y su compañera en la frutería Katuxa de Illas Baleares.
El sector de la fruta es el que menos se están resintiendo con el confinamiento y el estado de alarma, las compras continúan, aunque ahora más espaciadas y con encargos de mayor cantidad

Como el resto de los establecimientos de alimentación, las fruterías están considerados negocios de primera necesidad y por tanto pueden abrir sus puertas. El bajón que experimentan otros sectores no lo comparte el mercado de las frutas y las verduras. Ya sean locales franquiciados o tiendas de autónomos el volumen de negocio se mantiene. Entre las fruterías consultadas por Atlántico, los hábitos de consumo entre sus clientes no variaron durante este periodo de confinamiento. Se siguen pidiendo las mismas frutas, aunque varían las cantidades. Desde que se decretó el estado de alarma, la mayoría procura bajar a la frutería cada dos o tres días por lo que escogen fruta menos madura que aguante más.
En cuanto a los precios tampoco experimentaron cambios considerables, ya que el abastecimiento está asegurado, bien sea a través del mercado para mayoristas en la avenida de Madrid o con la compra a pequeñas explotaciones. Si bien son las tiendas especializadas como las de producción ecológica las que sí resienten el confinamiento, con una reducción de la clientela, en parte por la limitación de movimiento.
Otro de los cambios experimentados en la clientela es la distribución temporal de las compras. La mayoría aprovecha las mañanas. Así con los aforos reducidos en los locales se producen las colas fuera de las fruterías, sin embargo por la tarde apenas hay movimiento. Como consecuencia, los establecimientos redujeron el horario, adelantando la hora del cierre.
Pero la normalidad en la demanda no significa que el panorama en las fruterías sea el habitual. Las dependientas cumplen con las medidas de seguridad y casi todas sirven la mercancía con guantes, que lavan con regularidad; muchas se protegen nariz y boca con mascarillas y en algunos casos instalaron mamparas protectoras, bien de metacrilato o bien de elaboración doméstica a base de plástico.
Salvo por las medidas de protección y una vez pasada la “psicosis” del primer fin de semana de la cuarentena, el ambiente en las fruterías casi parece normal, pese a estar bajo el estado de alarma.

“Solo pueden entrar de cuatro en cuatro”

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Los días con más movimiento de gente como en víspera de festivo en Fruitas Vilar hay cola para comprar fruta. “La demanda continúa como antes, no es mayor, pero como solo pueden entrar en la tienda de cuatro en cuatro hay que esperar en la calle”. Afirma que aunque pasen menos clientes al día, compran más cantidad “para bajar menos”. Además de las medidas básicas de prevención, improvisó una mampara en el mostrador. 

“Desinfectamos cada tres clientes”

Isabel y su compañera en la frutería Katuxa de Illas Baleares.

Isabel trabajó ayer de mañana en la frutería Katuxa, donde los consumidores pasaban en un goteo constante: “Solo puede haber tres dentro a la vez, desinfectamos el mostrador cada vez que pasan y entran otros, además nos limpiamos los guantes con agua con lejía”. A parte de estas medidas de seguridad, hay pocos cambios en la rutina de la frutería. “Siguen los mismos clientes y compran lo mismo, no se nota la crisis en la fruta”.

“Todos respetan las medidas preventivas”

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En Frutas Sol, en Conde de Torrecedeira, el movimiento de la tienda es normal, siguen vendiendo la misma cantidad de producto. La principal diferencia es que los clientes no pueden entrar todos al mimo tiempo y las dependientas los atienden con mascarilla: “Respetan las medidas preventivas porque saben que son por seguridad para ellos y para nosotros”. Con el estado de alarma este establecimiento adelantó 30 minutos la hora del cierre, ahora a las 20 horas.

“Por la tarde no compensa abrir”

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Ana María Martínez está al frente de la frutería Emma, en Barcelona. Utiliza guantes, a veces mascarilla y colocó una mampara de plástico que cambia cada dos o tres días. No se queja del movimiento de clientes: “Por la mañana es normal, puede que venga más gente, pero por la tarde cerramos porque no compensa abrir”. Entre los hábitos del consumidor nota que ahora compran más cantidad, aunque no todos, “la gente mayor, la más vulnerable, le cuesta cambiar”. 

“Noto el bajón al cerrar la restauración”

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 La Tienda de Paz con productos especializados en agricultura ecológica siente más los efectos del confinamiento, ya que entre sus clientes hay bares y restaurantes. “Noto el bajón en las ventas porque cerró la restauración, me está afectando mucho al negocio”. Paz Núñez regenta el establecimiento en régimen de autónomo. Solo trabaja ella en el local, por lo que tuvo que adaptarse a las nuevas condiciones cerrando al mediodía y haciendo horario partido.

“Compran fruta más verde para que dure”

Las tres dependientas de Frutas Ana, en la calle Zamora, 98.

 En Frutas Ana mantienen el mismo horario que antes del estado de alarma. Advierten que ahora se ve menos gente por la calle, pero siguen teniendo clientes: “Estamos funcionando muy bien, se piden más cantidad de cada vez y compran fruta más verde para que dure, pero del mismo tipo, naranjas de zumo y plátanos sobre todo, no nos ha afectado la situación a las ventas, la gente sigue consumiendo fruta”, dice Pilar, una de las tres dependientas.

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