El forense ratifica en el juzgado que Déborah solo pudo morir asfixiada

La hermana de Déborah, Rosa Fernández-Cervera, ayer, a las puertas del juzgado de Tui.
photo_camera La hermana de Déborah, Rosa Fernández-Cervera, ayer, a las puertas del juzgado de Tui.
El perito Aitor Curiel argumentó que la muerte violenta es la única que justifica los indicios hallados. Indignación entre la familia y sus abogados por la actuación de la Fiscalía: “Cuestiona el homicidio pero dice que pudieron colgarla por los pies”

Dos años después de haber presentado su informe ante el juzgado, el médico forense y criminólogo Aitor Curiel, uno de los más prestigiosos del país, declaró ayer sobre sus conclusiones respecto al examen realizado sobre la autopsia de Déborah Fernández, hallada muerta en 2002. El perito, contratado por la acusación particular, ratificó en Instrucción 2 de Tui por videoconferencia que la joven murió asfixiada y que la etiología homicida es la única que justificaría los múltiples indicios y hallazgos médicos en el cadáver. 

En una larga declaración, que se prolongó durante casi dos horas, hizo referencia a la autopsia inicial realizada en 2002 y al examen posterior de 2009. El primer informe forense de hace dos décadas ya afirmaba que “no es posible descartar otras causas como la sofocación mediante una bolsa en la cabeza u oclusión de orificios respiratorios con un objeto blando” y que “hubo manipulación del cadáver”. 

 

 

La muerte súbita queda descartada

La otra alternativa de causa de muerte, la súbita, quedaría descartada como una posibilidad altamente inverosímil bajo varias certezas, una de ellas la matemática que reduciría la posibilidad al mínimo al no hallarse ni antecedentes familiares de cardiopatías en la víctima ni tampoco alteraciones psicopatológicas que pudieran mantener dicha hipótesis. Pero es que además, recordó que los propios informes de la causa ya hacían referencia a que el hecho de que en la familia no se encontraran antecedentes de muerte súbita resta peso a esta hipótesis. Los forenses que en su día estudiaron el cadáver de la joven viguesa sí hallaron lesiones cutáneas cuyo significado era difícil de establecer pero que ellos mismos consideraban adecuado reinterpretar si en algún momento se podía elaborar una hipótesis plausible sobre la manera en que se produjo el fallecimiento. 

Esa hipótesis fue lanzada por el grupo policial investigador en su atestado de 2010 y refrendada por Curiel que pudo dar sentido a dichas lesiones como una prueba de ataque y defensa. El experto explicó que la única asfixia que deja vestigios es la que se realiza con las manos, pero estos son muy difíciles de encontrar cuando no existen lesiones en torno a los orificios respiratorios o el cadáver ha sido movilizado, como en este caso (el cuerpo fue desvestido y trasladado a casi 50 kilómetros de donde desapareció). 

Ante las dos posibilidades abiertas sobre la causa de la muerte, súbita o provocada, no sólo las lesiones halladas en el cuerpo sino el resto de indicios criminales, entre ellos el hallazgo de semen vivo y  la certeza de su ocultación en los días previos sumarían indicios a una balanza que para el experto se inclina irremediablemente hacia el homicidio. 

La defensa rechaza la prueba

Por su parte, la defensa del único investigado, el exnovio de la víctima, y que se había opuesto a esta diligencia, continuó con el mismo argumento que le llevó a rechazar esta prueba, el hecho de que un médico por parte de la familia estuviera presente en la autopsia, aunque no actuó como perito, aseguró la acusación, y a que Curiel realizó su informe sin haber estado presente en el examen del cadáver. No obstante, el forense constató haberse basado en todas las imágenes proporcionadas por el Imelga, así como los distintos análisis que aparecen en la causa, como el que confirma que el semen hallado  en el interior del cuerpo de la joven no coincidía con la data del fallecimiento.

La declaración de ayer  era una de las pruebas en las que más había insistido la familia después de que la Fiscalía hubiera vuelto a poner en duda la etiología homicida y tras la cadena de negligencias destapadas durante la investigación.

El médico forense  Aitor Curiel declaró ayer por videoconferencia.
El médico forense Aitor Curiel declaró ayer por videoconferencia.

"Nos indigna que el fiscal diga que la pudieron colgar por los pies pero cuestione el homicidio"

La jornada de ayer causó sorpresa e indignación en la familia de Déborah y sus abogados. Si antes de comenzar la declaración del perito, la hermana de la víctima, Rosa Fernández, aseguraba a las puertas de los juzgados que “por fin las cosas comenzaban a hacerse bien” aunque lamentaba que a estas alturas se ponga en duda la muerte violenta, al finalizar mostraba  su malestar por la actuación de la Fiscalía. Tanto su letrado como Rosa  lamentaron que el papel del Ministerio Público hubiera sido el de  tratar de cuestionar por todos lo medios la etiología homicida “poniéndose de espaldas a la víctima y del lado de la defensa”. “Entendemos a la defensa, pero no al fiscal que debería de hacer todo lo posible por esclarecer los hechos de una vez en lugar de poner obstáculos”, afirmó. Ramón Pérez Amoedo también lamentó dicha actuación con cuestiones “sorprendentes” con el objetivo de desacreditar las conclusiones forenses incluso aludiendo a si “las lesiones que presentaba el cuerpo de Déborah no pudieran deberse a que fue colgado por los pies". En este sentido, la hermana incidió en que “es indignante que diga que a Déborah la pudieran colgar por los pies, pero cuestione el homicidio”. 

Pérez Amoedo volvió a insistir en que de seguir así, lo mejor es que “se archive la causa, si el propio fiscal duda de que haya delito", algo que todavía no acaba de digerir la familia ni su equipo legal, que no entienden cómo “pudo morir de forma natural, luego desvestirse y llegar a 50 kilómetros de su casa e introducirse semen postmorten, es todo una locura”.  

Un nuevo despropósito, a su juicio, como el informe de la Guardia Civil sobre el disco duro y para el que ya han solicitado un careo de peritos, o  la  desaparición de la tarjeta del móvil.

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