La procesión del Jueves Santo salió por las calles del centro, con los diez pasos de tres cofradías envueltos en una atmósfera de solemnidad, llegó a Santiago de Vigo, donde se despidió con una bendición y un canto
La lluvia respetó las procesiones. Tan solo unas gotas a media tarde no impidieron que los cofrades trasladasen sus imágenes. Así, el centro congregó la marcha principal. Poco a poco se fueron colocando en uno de los pasos procesionales en uno de los laterales de Rosalía de Castro. Participaron más de cien costaleros,con las tres cofradías principales, Nuestro Señor Jesús del Silencio, con las tallas de Santiago de Vigo, y las hermandades de La Pasión, que trajeron las imágenes de los bajos de la Misión del Silencio y de la Piedad, desde la Concatedral.
A través de esta expresión popular de fe se narró los últimos días de Jesús en Jerusalén. Así, al ritmo marcado por los tambores de los cofrades, marcharon los conjuntos escultóricos de La última cena, el Nazareno, La oración del huerto, La Flagelación, El Ecce Homo, La primera caída, el Calvario, las Tres Marías, la Virgen de la Amargura y la Piedad. Los organizadores contaron la aportación de la comunidad inmigrante, así las mujeres de la cofradía El Señor de los Milagros trasladaron una de las imágenes, la del Nazareno.
Con paso lento y envuelta en una atmósfera de solemnidad, la comitiva avanzó entre los fieles que se congregaron a ambos lados de la calle. Torció por Colón para regresar por García Barbón. En Santiago de Vigo, el obispo despidió la procesión, a lo que siguió un canto sacro a las imágenes.
