Un conflicto de altos vuelos

Usuarios del aeroclub al otro lado del Miño, con una avioneta. Todos en tierra a la espera de que haya una solución y puedan volver a la actividad normal.
photo_camera Usuarios del aeroclub al otro lado del Miño, con una avioneta. Todos en tierra a la espera de que haya una solución y puedan volver a la actividad normal.
Usuarios de avionetas gallegos adscritos a un aeroclub al otro lado del Miño, muy cerca de Tui, al no haber pistas en Vigo,  se encuentran con la imposibilidad real de usar la pista, pese a ser mayoría y el respaldo judicial

Una treintena de aficionados gallegos a los aviones ultraligeros -buena parte de Vigo- viven desde hace dos años un calvario para poder acceder a sus aeronaves y volar en el aeródromo de Cerval. Estas instalaciones situadas a unos cinco minutos de la frontera de Tui, eran desde hace tres décadas utilizadas  por los aficionados del área de Vigo y del resto de Galicia al no existir en la actualidad una pista en la provincia de Pontevedra que tenga condiciones. 

Un golpe de timón en la directiva del aeroclub luso llevada a cabo con la entrada hace ocho años de un nuevo socio portugués, hizo que la convivencia entre los pilotos de un lado y otro de la frontera se resintiese y hubiera un cambio en la política siempre conciliatoria de directiva. El resultado fue que los socios gallegos se encontraron cada vez más marginados y su mayoría numérica de socios ya no se respetaba en las asambleas. Ante esta situación, decidieron convocar una asamblea extraordinaria, en la que se destituyó la directiva y se eligió una nueva. Lejos de resolver el problema, el caso terminó en los tribunales portugueses que dio la razón a la directiva encabezada por el alemán Jorg Steyvers y alrededor de la cual se aglutinaban los afectados gallegos. Pese a varias  sentencias favorables, el culebrón judicial no había terminado. Al ver sus posibilidades legales agotadas, la anterior directiva creo un nuevo aeroclub (Aeroclube Alto Minho), mayoritariamente controlado por portugueses, que mediante determinadas maniobras se hizo con el control de los terrenos del Aeroclube de Cerval. 

Aunque los pilotos españoles tienen acceso a sus aviones gracias a una providencia cautelar que salvaguarda sus derechos hasta que haya una resolución judicial definitiva la situacion en el campo de vuelo se ha hecho intolerable y muy difícil de gestionar. Ha habido agresiones, daños a aeronaves, llamadas anónimas e insultos, que también son objeto de varios procesos penales en curso.

Los problemas comenzaron hace unos ocho años, con la llegada al Aeroclube de Cerval de un nuevo socio portugués. Hasta ese momento “la convivencia entre españoles y portugueses era excelente”, explica el actual presidente, reconocido como tal por un juez pese a que no lo admite la otra parte. El aeroclub había sido fundado por un grupo de aficionados gallegos tras el cierre de la pista existente en A Lanzada. En Peinador tampoco parece posible, y de hecho hasta el Real Aeroclub dejó hace años su actividad aeronáutica para centrarse en el golf, ahora con problemas por el campo. Y todas las directivas “incluían a portugueses, que se habían ido incorporando con el paso de los años. Se entendía que estábamos en Portugal y que, por lo tanto, debía haber una deferencia en el trato y la representación de los lusos, pese a que los españoles siempre fueron mayoría”, señala un miembro vigués del grupo afectado.

Aquel entendimiento, asegura, se rompe “con la llegada de esta persona, que genera malentendidos y crea una serie de problemas intolerables dentro del aeroclub”. Bajo la influencia de este nuevo socio, cambian las reglas del juego y comienzan los problemas. “Las decisiones que tomaba eran muy perjudiciales para el aeroclub, por lo que solicitamos una asamblea extraordinaria, de la que salió una nueva directiva, que es la que presido”, explica Jorg Steyvers. No fue aceptada y el caso llega a los juzgados. Dos años de litigio y más de 15.000 euros en abogados y tasas terminan con una sentencia que les daba la razón y declaraba legítima la directiva salida de la asamblea. 

Sin embargo, los problemas continuaron y pese a que la directiva entró en el aeroclub con una orden de ejecución de sentencia, las sorpresas continuaron. En esta ocasión fue con los terrenos, alquilados a las comunidades de montes de las dos parroquias en las que se encuentran, y cuyo importe no fue pagado por la directiva depuesta.sin dar conocimiento a la directiva electa ni a sus socios electores. El resultado fue que los propietarios de los mismos rompieron el contrato "alegando" impago, después de 30 años de utilización. El conflicto sigue en el aire. 

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