DE GUARDIA EN VIGO

Comida para llevar solo con repartidor

En la hamburguesería Vocayá entregando el pedido a uno de sus habituales.
photo_camera En la hamburguesería Vocayá entregando el pedido a uno de sus habituales.
Restaurantes y bares se enfrentan a una nueva adaptación, en algunos locales tras  haber cerrado sus establecimientos al público, ahora el servicio de la comandas solo puede hacerse con entrega a domicilio

La hostelería es uno de los sectores que más está sufriendo las consecuencias del estado de alarma. Si en una primera adaptación tuvieron que cerrar los locales al público y limitarse a ofrecer comida para llevar, ahora alguno solo puede servir a domicilio. Así se lo comunicaron desde la Policía Local a Guadalupe Parga, quien regenta el bar Riberteme. “Desde el día 15 vendo solo para fuera, con la entrada atrancada, pero el sábado se paró una patrulla y me tomaron nota porque dijeron que no podía atender al público”. Sin tener más información, acudió a la comisaría donde, tras consultarlo, le explicaron que esa medida se pondría en marcha el lunes, día a partir del cual solo se podría despachar con repartidor.
Parga lleva cinco años atendiendo el Ribarteme, una casa de comida inaugurada en 1969. Con menú del día, de lunes a sábado (laborables, 8,5; fin de semana, 11 euros con café y postre) y carta los domingos, mantenía solo parte de la clientela tras el decreto del estado de alarma, ya que  “la mayoría era gente que estaba trabajando por la zona”.
El primer cambio consistió en trabajar por encargo comida para llevar, “hago fabada el miércoles, callos los viernes o especialidades como lamprea o rabo de toro, si el domingo hay un mínimo de seis pedidos preparo cocido”.
Ahora el endurecimiento del estado de alarma, vuelve a complicarle el negocio al bar Ribarteme: “No tengo coche por lo que no podía dar el servicio a domicilio que me piden, así que tuve que buscarme un repartidor; yo mantengo los precios y el cliente paga el plus del transporte”, afirma Guadalupe, que ya ha empezado a publicitar el nuevo sistema de atención al público a través de las redes sociales y de intenet. “A ver si se da a conocer, porque con tanto cambio ya no viene nadie”.
Aunque con el acceso cerrado a los clientes y sin atender en el local, la verja del Ribarteme seguirá medio abierta, “para que se nos vea activos, además vivimos en el piso de arriba y tenemos que usar la cocina para nosotros”, apunta la propietaria.
Como complemento a los ingresos, ante las pérdidas económicas que supone el bajón  de la clientela, Guadalupe Parga prepara paquetes de regalo con cajas de bombones. “Antes de venir a trabajar aquí, estuve muchos años en hostelería y cogí experiencia en pastelería en la zona de Bouzas”. Los paquetes también se venden bajo pedido y se sirven a domicilio.

Fieles a sus clientes fijos con la verja echada

  Los restaurantes y casas de comidas se han convertido en meras cocinas para preparar los menús. Algunos aún atienden en la puerta los pedidos, como es el caso de la hamburguesería Voyacá, situada en la avenida Castelao. En el local siguen sirviendo en mano a siete o seis clientes fijos que acuden cada día, aunque sea con la verja a medio echar.
El perfil de los que demandan esta comida es el de trabajadores, sin cocina, que continúan en activo durante el estado de alarma.
Sin embargo la hostelería deja ya de ser un punto de recogida.
Las tiendas de alimentación, como supermercados, carnicerías, fruterías o panaderías continúan sirviendo desde el local, aunque cada vez son más los pedidos por teléfono con entrega a domicilio. En algunos casos los clientes han querido mantener las fidelidad con las tiendas, pero los supermercados priman la atención al área de influencia donde se encuentre situado físicamente, evitando los desplazamientos a otros barrios.
Continúa activo el reparto del comercio online. Sin embargo el parón afecta  incluso en las grandes plataformas, que están sufriendo retrasos con algunas de sus entregas en ventas realizadas amtes de la declaración del estado de alarma.

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