Más allá de los grafitis y los murales de la medianeras, Vigo ha sucumbido al arte urbano anónimo, ese que desde ya años han puesto de moda por todo el mundo artistas que se mantienen en el anonimato y esconden su verdadera identidad bajo una firma. Algo que ha hecho famoso mundialmente al británico Bansky, que comenzó a dejar su impronta en las calles de Londres y de otras pares del mundo forma clandestina al combinar sus obras con grafiti, una actividad ilegal. En abril pasado, coincidiendo con la celebración en Vigo del festival Creativa, aparecieron por distintas calles pequeños mosaicos con el sello de Basket of Nean, un misterioso artista que ha logrado llevar sus creaciones desde Los Angeles a París, pasando por multitud de ciudades españoles, principalmente Madrid, de donde se dice es originario.
Meses después, algunos de esos “cuadros” con píxeles de colores todavía permanecen en varios rincones y han generado rutas improvisadas entre los vigueses para descubrir dónde se encuentran, siguiendo las estética del juego de la propia página del artista, que permite, dándole al play, ver fotografías de distintos lugares con su sello, muy reconocible porque en las formas siempre hay una conexión con su deporte favorito, el baloncesto. Creó desde el escudo del celta a un pulpo o un tesoro, como el de Rande, mediante teselas de colores y su famosa pelota de baloncesto que asoma solitaria en una calle tan poco afamada como en Camiño dos Anxos, escondida en pleno centro de As Travesas.
Este “modus operandi” de sorprender a los viandantes tuvo un gran impacto con la A.P. Stosa Gallery, una iniciativa de otro colectivo que prefiere mantener su anonimato y que trabaja en distintos puntos de la provincia bajo el nombre de Comité Secreto de Muros y Vallas. Crearon de la nada una galería en las escaleras de la calle Ourense, que se encuentran en un subterráneo poco vistoso. Durante un tiempo, lograron mantener la expectación de los vecinos de la zona, que sorprendidos siguieron los pasos de esta performance iniciada ni más ni menos que con el robo de la Mona Lisa. Tras unas semanas en el subterráneo, abandonaron el lugar prometiendo regresar con nuevas iniciativas para conectar el arte y la cultura a pie de calle. A la espera de encontrar una nueva exposición sorpresa, el arte convertido en misterio engancha entre los vigueses como una nueva forma de búsqueda del tesoro contado en redes el hallazgo durante sus vacaciones de mosaicos callejeros similares a los que resisten por Vigo y que encontrarlos es un reto.