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Los agentes europeos que ya se sienten como vigueses

En el centro, Evà, Xavier y Donianzu, tras participar con otros trabajadores de la Agencia en la Bootcamp de Samil.
photo_camera En el centro, Evà, Xavier y Donianzu, tras participar con otros trabajadores de la Agencia en la Bootcamp de Samil.
Trabajadores de la Agencia Europea de Pesca valoran su gente, clima, ocio y vida social.

 Xavier Vandeneycken es de Bélgica y la primera vez que escuchó hablar de Vigo fue cuando se encontró la vacante de coordinador de logística y seguridad en la Agencia Europea de Control de la Pesca (AECP): “Tuve que comprar un mapa de España y buscar donde estaba”. Su compatriota Evà Madariagà, asistente administrativo en contabilidad, también tuvo que hacer uso de Google y se reconoce encantada después de casi 12 años. Quien sí conocía Vigo tras visitarla cuando era una niña es la española Donianzu Murgiondo, jefa de finanzas y licitaciones y natural de San Sebastián: “Yo también llegué desde Bruselas en 2008 y tenía un recuerdo de la ciudad como muy gris e industrial, pero cuando llegué, la impresión fue completamente diferente”.

Los trabajadores de la Agencia no dudan en señalar el clima, el carácter de los vigueses y la calidad de vida como los mejores valores de la ciudad. Marietta Asik lleva tres años en Vigo, es griega y trabaja como encargada de control de la “Lundy Sentinel”, la patrullera de la AECP. “Me gusta mucho la vida nocturna de Vigo y cómo la gente disfruta de la vida. Me vine sola con tres maletas pero ahora, como dice Alaska en “Bailando”, tengo una gran vida social”, reconoce Marietta entre risas. 
Evà señala que la gran cantidad de horas de luz en comparación con Bruselas y la cercanía de la gente fueron determinantes para su  adaptación a Vigo, mientras que Justine Jury, irlandesa recién llegada –tres semanas– que desarrolla tareas de control en las pesquerías de África, destaca la cercanía al mar y los espacios abiertos. 
La Agencia Europea de la Pesca cuenta actualmente con 79 empleados –61 agentes temporales, 12 contractuales y 6 expertos nacionales– de un total de 18 nacionalidades –mayoritariamente españoles, portugueses, franceses e italianos–. El idioma es una de las cuestiones que resultan clave para su adaptación a Vigo y también la de sus familias. “Tengo cuatro hijos y los pequeños fueron a un colegio público. Si tenemos el objetivo de vivir aquí más tiempo, hay que integrarse y es la manera de hacerlo” indica Xavier. Por su parte, Justine llegó a la Agencia acompañada de su bebé de 16 meses, un caballo frisón y su pareja, quien no habla nada de español: “Le encanta esto, va a tener que esforzarse pero es lo necesario para terminar de integrarse”. 

Trabajo y ocio en Vigo

La sede viguesa de la Agencia, en García Barbón es más que un lugar de trabajo en el que gozan de cierta flexibilidad de jornada, pero en el que la productividad no merma. “Somos como una gran familia y hay tiempo para disfrutar”, afirma Evà, y muestra de ello son la cantidad de actividades que realizan juntos estos trabajadores en su tiempo libre, como los partidos de baloncesto que organizan los lituanos o la quedada para participar en la prueba de obstáculos Bootcamp en Samil.
Habituados a volar, estos agentes coinciden en que debería regresar la conexión aérea con Bruselas desde Peinador, donde anteriormente estuvo la Agencia y de la que no echan de menos las horas de atascos. “La mayoría vivimos fuera de la ciudad porque es muy cómodo llegar. No te encuentras los atascos de Bruselas”, afirma Donianzu. Y es que la ciudad ha calado en los corazones de estos agentes europeos, ya casi vigueses, quienes no tienen reparo en reconocer que si les presentan la oportunidad de irse a otra Agencia, ellos se quedarían en Vigo. 

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