VAL MIÑOR

La caseta de vigilancia que roza el cielo desde el Monte Galiñeiro

Jornadas en soledad entre el paisaje
photo_camera Jornadas en soledad entre el paisaje
El punto de observación de la cima gondomareña forma parte del Distrito 18 junto a las ubicadas en Burgueira y Espiño 

A más de 700 metros de altura sobre el nivel del mar se encuentra la caseta de observación del Monte Galiñeiro, un pequeño cubículo dotado de dos plantas desde donde los vigilantes de la Consellería de Medio Rural llevan décadas velando por la seguridad de los montes de la comarca y alrededores. Una vez en la cumbre la panorámica en 360 grados es apabullante con el Val Miñor al completo, Porriño y parte de Vigo. Y es que este punto es el más elevado de todos superado únicamente por el alto de Fontefría con 810 metros . Pero es que además, cuando la meteorología lo permite, se puede atisbar el inicio de las Rías Altas. De hecho el boca a boca asegura que desde esta ubicación se llegó a detectar un fuego nada más y nada menos que en Finisterre, situado a 100 kilómetros lineales de dicho enclave. 
Este diario tuvo la oportunidad de hablar con Domingo González Barreiro, uno de los trabajadores que a vista de pájaro detecta los focos con tan solo hacer un barrido visual, algo que para el común de los mortales puede resultar complicado sin embargo él se conoce al dedillo cada recoveco del paisaje compuesto por decenas de kilómetros cuadrados. Su experiencia viene dada por más de medio siglo de trabajo dedicado a la vigilancia aún así a veces, sobre todo en invierno, su trabajo se complica debido a los permisos de quema que pueden llevar a confusión. "Los rastrojos provocan densas columnas de humo aunque ahora mismo todo está tranquilo, bueno menos en Pontellas que están haciendo una hoguera", explica, mientras señala un ínfimo rastro en el horizonte que por supuesto sólo percibía él. Natural de la parroquia de Vilas, comenzó en este trabajo a los 9 años y luego hizo un paréntesis para emigrar a Suiza, regresó en 1992 y un año más tarde retomó el empleo. Ahora con 64 años se mantiene fiel a su vocación y durante todo este tiempo guarda múltiples anécdotas. "Mi vista ya no es la misma pero la experiencia hace mucho", explica. Para poder llegar a este lugar hay que seguir una pista de tierra que se abre paso en plena montaña serpenteando entre acantilados. Este acceso guarda sus riesgos y Domingo sabe bien de lo que habla sobre todo cuando las condiciones no acompañan.  
Desde que estalló la pandemia    la Consellería separó a los trabajadores del Distrito 18, Torneiros, de la que forman parte las casetas de Burgueira, Espiño y el Galiñeiro, que es la que centraliza al resto debido a la gran amplitud de visión que le da su altitud. En el enclave de Vilas Domingo pasa solo en invierno y en marzo comparte dos turnos hasta que llega la temporada de riesgo de incendios. En este momento el servicio se refuerza llegando a duplicarse para poder cubrir las jornadas de casi 24 horas aunque desgraciadamente cuando se produjeron los incendios del 15 de octubre de 2017 este punto estaba vacío al igual que los otros dos, al darse por finalizada la temporada de riesgo. Poco a poco las nuevas tecnologías satelitales les van comiendo terreno pero Domingo considera que ellos son más efectivos y rápidos. "Los avances son buenos complementos a nuestra labor pero nosotros detectamos los focos a tiempo real", sentencia. Pese al suceso ocurrido las políticas al respecto apenas cambiaron, aunque la Consellería construyó en las inmediaciones varios depósitos de agua. El más reciente a pocos metros de la caseta, todavía en ejecución.

Jornadas en soledad entre el paisaje

Las vistas desde el punto más alto de la Sierra del Galiñeiro impresionan con una panorámica en 360 grados que permite a los vigilantes supervisar decenas de kilómetros cuadrados de un vistazo. Desde que estalló la pandemia los turnos en soledad son un imperativo y Domingo se entretiene escuchando programas radiofónicos. "Así no distraigo la vista", aclara. Arriba el lugar de Vilas, Morgadáns, en donde reside el vigilante. Abajo un grupo de caballos salvajes o "garranos".

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