A nivel de porcentajes y fríos números, la posibilidad de que pasase era pequeña. Pero con un análisis serio, teniendo en cuenta la situación general, no era imposible. Ni mucho menos. Tanto, que acabó sucediendo. La madrugada del domingo al lunes, la selección española, con la valdoviñesa Ali Fernández, fue eliminada del torneo olímpico a las primeras de cambio. Un revés importante para la subcampeona del mundo a cuatro meses de su Mundial.
Todo en una jornada en la que, poco a poco, se fue mascando la tragedia. El duelo contra el Comité Olímpico Ruso evidenció que el equipo que dirige Carlos Viver no ha sido capaz de repetir el nivel exhibido contra Francia. La actual campeona olímpica, que encima está yendo de menos a más, se mostró superior, con Vyakhireva y Daria Dmitrieva, imperiales. Es España, más de lo mismo. La permanente sensación de vivir en el alambre. Supervivencia y a esperar chispazos. De nuevo no fue ese el papel de Nerea Pena y Shandy Barbosa. Sí lo intentó Alicia Fernández, que tiró del carro. Junto a ella, la ya no tan sorprendente Paula Arcos -esta vez sí de lateral- y Marta López. Insuficiente. A partir de ahí, lo que podía salir mal, salió peor. Suecia, ya clasificada como primera, no forzó la máquina demasiado y Hungría ganó (26-23) para que las Guerreras dijeran adiós a las armas.
