Los desafíos energéticos para los próximos años están directamente relacionados con los avances tecnológicos, especialmente cuando se trata de optimizar el ahorro de electricidad en el hogar. La preocupación por los costes de las facturas, unida al compromiso social, han motivado que los consumidores busquen nuevos hábitos con mayor respeto por el medio ambiente.
La innovación y la tecnología ecológica juegan un papel fundamental para contribuir a la eficiencia energética de las viviendas para conseguir aumentar el ahorro en el suministro energético, reducir la potencia de transmisión e impulsar criterios sostenibles.
Especialistas e investigadores de la empresa tecnológica Gigaset defienden varias claves que están posicionando la tecnología ecológica y los sistemas eficientes. Entre ellos está el uso de l modo ahorro de los dispostivos, ya que permite reducir hasta el 60% del consumo habitual gracias al modo de espera optimizado.
La tecnología inteligente se ha puesto al servicio de la sostenibilidad. El empleo de dispositivos “smart” de los sistemas domóticos de las viviendas permiten adaptar el encendido y apagado de la iluminación, controlar de forma regulada y sencilla la temperatura, y detectar la apertura de puertas y ventanas. Esta práctica, que facilitan los termostatos y sensores inteligentes, ayuda a que las viviendas adopten la temperatura exacta en cada habitación garantizando la eficiencia y ahorro energético, además de reducir los gastos en las facturas de gas y electricidad. Esta práctica, que facilitan los termostatos y sensores inteligentes, ayuda a que las viviendas adopten la temperatura exacta en cada habitación garantizando la eficiencia energética y ahorrando en los gastos de electricidad y gas.
La conciencia ecológica debe arrancar desde el mismo proceso de fabricación del producto, desarrollado con materiales más respetuosos con el medio ambiente, libres de plomo y sin malgastar la materia prima. Los procesos de fabricación deben favorecer la economía circular y la producción sostenible. En esta labor de producción, las empresas deben abogar por el ahorro de electricidad desde las fábricas y la apuesta por la reparación de los dispositivos y componentes reutilizables. De esta forma, se implican también en la economía circular y apuestan por la reducción de la obsolescencia programada.
