La pandemia ha provocado una migración constante a internet tanto del trabajo como de la actividad social y de ocio de muchos españoles, así como de una parte significativa de la actividad económica.
Una de las consecuencias de este proceso es la digitalización de numerosos procesos el pago por comercio electrónico, la generalización de teletrabajo, el aumento de reuniones virtuales y videollamadas en grupo y el auge de la formación a distancia.
Esta situación ha incrementado la demanda de personal cualificado en ciberseguridad, un sector en el que España no cuenta con los medios ni con la oferta suficientes para cubrir los objetivos a corto plazo del mercado. Un estudio realizado por la empresa de análisis IDC Research estimó que ya en el año 2020 habría un déficit de talento a nivel europeo de más de 350.000 profesionales dado el incremento en más de un 55% de las inversiones de las empresas en su seguridad informática. El último informe del International Information Systems Security Certification Consortium (ISC2) señala que en España existe un déficit de profesionales de seguridad digital que se cifra en estos momentos en 29.000 trabajadores, dejando desprotegido al sector empresarial y sobre todo los datos e información de los usuarios ante posibles ataques informáticos.
Este escenario obliga a empresas e instituciones públicas a estar más preparadas para segurar el correcto funcionamiento de sus servicios y la protección de datos tanto propios como de los clientes y proveedores. Invertir en personas formadas en ciberseguridad es una prioridad en el mercado, y muchos jóvenes y profesionales informáticos que buscan reciclarse en el mercado laboral comienzan a especializarse en el campo de la seguridad digital para adquirir los conocimientos teóricos y las habilidades prácticas necesarias para mitigar vulnerabilidades de aplicaciones web.
