Música

Medio siglo de tres discos clásicos

El prisma con la luz blanca descompuesta en los colores del arco iris. Una portada icónica como pocas que lleva la firma del equipo de fotografía Hipgnosis. Colaboraría más veces con Pink Floyd.
photo_camera El prisma con la luz blanca descompuesta en los colores del arco iris. Una portada icónica como pocas que lleva la firma del equipo de fotografía Hipgnosis. Colaboraría más veces con Pink Floyd.
Tres obras que revolucionaron la música cumplen  50 años. Salieron al mercado en 1973 e influyeron durante décadas: “Dark side”, de Pink Floyd; “Tubular Bells", de Mike Oldfield, y “Selling England”, de Genesis

En 1973, premio para la música con la publicación de tres discos que medio siglo después continúan gozando de buena salud, prueba de su excelencia y de que marcaron un terreno y el camino a seguir. Son tres clásicos, los tres de factura británica, entonces en la cima de la música internacional. Se trata de “Dark side of the moon”, de Pink Floyd; del “Tubular Bells”, de Mike Oldfield, y “Selling England by the pound”, de Genesis. Tres obras casi perfectas a los que el tiempo ha colocado en su sitio.

Los Pink Floyd tocaron la inmortalidad en varios sentidos, comenzando por la propia portada, icónica como pocas en la historia de la música, con el prisma descomponiendo la luz blanca en colores. Sobre este disco -el segundo más vendido de la historia, con unas 47 millones de copias- se ha dicho prácticamente todo, pero conviene recordar un par de cosas. Que se trata de una obra conceptual y un sentido homenaje a Syd Barret, el fundador de la banda y creador de los dos primeros discos, que tuvo que abandonarla por sus graves problemas mentales. El hombre en la cara oculta de la luna es el propio Barret, quien nunca pudo recobrar el equilibrio. Aunque también se habla de la vejez, la enfermedad y el dinero. Los Pink Floyd también le dedicaron el siguiente disco -para mí, mucho mejor- “Wish you were here”, donde de forma explícita se recuerda al líder perdido. Para Pink Floyd, que ya tenían una importante carrera detrás, el disco supuso su entronización mundial, aunque la llegada del Punk los convirtió en el enemigo a batir de forma expresa. Otra curiosidad del disco es que su tema más popular, “Money”, tiene una extraña medida que incluye un 4 por 7 intrigante. Es una de las pocas canciones que han triunfado con ese tiempo, imposible de bailar y difícil de mantener. Otra es el “All you need is love”, de Beatles.

La “cara oculta” de los Floyd tiene una curiosa historia añadida, la del ingeniero de sonido, quien con el tiempo se haría tan famoso como la propia banda, Alan Parsons, que había sido también el responsable del último disco grabado por Beatles, “Abbey Road”. El sonido de ambos trabajos es muy similar en algunas de las piezas. Parsons quedó tan asombrado por las dos obras que decidió montar su propia banda de estudio, Alan Parsons Project, que logró editar varios álbumes muy populares a finales de los setenta y en los ochenta. Incluso se atrevió a montar una banda para realizar giras.

En el mismo Reino Unido y el mismo año, un jovencísimo desconocido, Mike Oldfield, lograba editar una obra singular en todo: en su confección, en su propuesta y en que él mismo había compuesto y tocado todos los instrumentos. Tenía 17 años cuando se inventó las campanas tubulares y 20 cuando salió el disco, gracias a que una compañía independiente, Virgin Records, creyó en Oldfiel. Para el propietario de la discográfica, Richard Branson, tampoco nada fue igual: se hizo millonario y puso en marcha un despliegue empresarial que le llevó a tocar todos los palos, entre ellos el transporte marítimo. Es una de las personas más ricas del mundo. Hoy tiene 72 años, así que apenas contaba con 20 cuando dio el “sí” a Mike.
La trascendencia del disco es histórica y es una de las piezas más populares del siglo XX y la música de los últimos 100 años. El inicio, en otro compás imposible (8x8 alternando con 5x4) provoca una tensión que el director de “El Exorcista” entendió y logró que se convirtiera en la banda sonora del film terrorífico. El disco apenas tiene voz ni hay canciones y una de sus piezas más famosas no es sino la repetición continua de la misma idea tocada por diversos instrumentos. Una especie de fuga pero sin barroquismo. Curiosamente, a España llegó Mike Oldfield a través del concurso juvenil “Cesta y puntos”, que tenía a dicha tonada como sintonía.

También eran muy jóvenes Genesis cuando publicaron “Selling England by the pound”: Peter Gabriel tenía 23 años y Phil Collins 22. Pero fueron capaces de crear una sinfonía heredera más de Mozart que del rock. Una de las canciones, la más corta, “I know what I like” fue el primer éxito que tuvo Genesis en las radios. Un año después, todavía sacarían un disco aún mejor, “The Lamb”, que dejó agotada a la banda y propició la salida de Gabriel y que Collins tomara el mando. Todos salieron beneficiados. El primero tuvo una carrera espectacular en los ochenta y noventa, y Genesis cambiaron el objetivo con canciones cortas y populares que les hizo millonarios. “Selling England” continúa hoy siendo un disco imperecedero, que se merece escuchar desde el principio hasta el final.

Te puede interesar