Sociedad

Laxe: "Hacer cine es imaginar el mundo donde quieres vivir"

El director de cine galo, Olivier Laxe
photo_camera El director de cine galo, Olivier Laxe

El director gallego estrenó en Cannes la película "O que arde", que fue rodada en Ourense y Lugo

El director gallego Oliver Laxe se mueve como en casa en el Festival de Cannes, al que regresa este año por tercera vez con "O que arde", una película que homenajea a sus antepasados y cumple su premisa de que "hacer cine es imaginar el mundo en el que quieres vivir". Su largometraje sigue a Amador (Amador Arias), un pirómano que vuelve a casa tras haber cumplido dos tercios de su condena. Su madre (Benedicta Sánchez) y sus tres vacas le esperan en el pueblo, donde la rutina se instala hasta que un nuevo incendio hace explotar la calma.
La película, cuya historia principal sucede en Os Ancares (Ourense), fue estrenada ayer en el Festival de Cannes, en el que se oye por primera vez el gallego.
"El fuego es un espejo al que cada personaje se mira y donde cada espectador se va a mirar. Tiene algo paradójico: es bello y es cruel. Al mismo tiempo, es innegable que hipnotiza, embriaga, es de una belleza extrema. Y es innegable su poder destructivo", explica el director.
Laxe, gallego aunque nacido en París en 1982, rodó en la aldea donde nació su madre y él pasaba los veranos de niño: Os Ancares, un lugar de cuatro casas en el que retrata con su cámara "esos gestos milenarios, esos hábitos, esa órbita de lo rural" en la que se crió.
Lo hace en gallego, porque si comenzara a plantearse si por razones comerciales debería haberla rodado en español, añade, "no estaría en Cannes": "La gente no entiende que ser pragmático es realmente no serlo. Yo sospecho del camino fácil como del demonio".
Porque aunque Laxe no cree estar fuera del sistema, es consciente de que su cine se aleja de los cánones de lo comercial. "En España el cine está muy polarizado. No me gusta esta dialéctica entre cine comercial y de autor. Hay cine comercial, poco, que tiene mucha luz, y de la misma manera hay un cine de autor hecho con poco amor y de una forma muy oportunista. A mí me gusta un cine con alma, y en España lo tienes que hacer en los márgenes".
Estar en Cannes, dice satisfecho, demuestra "que se puede hacer un cine esencial con perspectiva de mercado, con las herramientas de la industria". Para rodar "O que arde" recurrió a dos intérpretes no profesionales: "No eran actores, pero lo son. Si la peli está aquí es gracias a ellos. Aparentemente no sucede nada, pero llenan la imagen, tienen aura, tienen algo que hace que les cojas cariño", sostiene el cineasta.
Y, como en sus anteriores películas, la naturaleza ocupa en este último filme un lugar destacado, que evidencia la pequeñez del hombre frente a ella, aunque la vida en la ciudad le haya hecho perder esa perspectiva a la mayoría. 
Su próximo proyecto, una "road movie", se desvía temporalmente de ese objetivo tan claro. 

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