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JOSÉ MARÍA PÉREZ, ‘PERIDIS’

Peridis presentó su última novela “La reina sin reino” a los vigueses.
photo_camera Peridis presentó su última novela “La reina sin reino” a los vigueses.

Siempre de buen humor y con una facilidad pasmosa para comunicar su conocimiento, Peridis visitó esta semana Galicia para promocionar su última novela, “La reina sin reino”. Desde el Hostal dos Reis Católicos compartió con los lectores de Atlántico los entresijos de una historia que le apasiona y que no se molesta en disimular.

¿Fue su conocimiento de la arquitectura medieval la que le llevó a la fascinación por este periodo histórico?
Soy un defensor del patrimonio románico, apoyé las escuelas taller y de pequeño jugaba en un monasterio, solo me quedaba ‘restaurar’ la historia. En realidad, prefiero el término rehabilitar porque es darle otra vida, que solo restaurar, que se queda es hacer arreglos puntuales en iglesias y edificaciones.

Como el resto de sus publicaciones, vuelve a hacer gala de un lenguaje sencillo, ¿una novela histórica puede además ser liviana?
La finalidad de una novela, lo primero, es entretener. Luego, si además puede enseñar algo, mejor.

Narra hechos reales del siglo XIII en los reinos peninsulares, pero en algunos capítulos no tiene nada que envidiar a “Juego de Tronos”. ¿La realidad supera la ficción?
Realmente es eso, la lucha entre dos tronos, los de Castilla y León, junto al enfrentamiento de ambos con el territorio de los musulmanes. Es un conflicto entre reinos, que implica a familiares directos: madre, marido, padre o hijos.

La trama está protagonizada por Berenguela, la madre de Fernando III, el santo. ¿Otra gran mujer de la que se olvidó la Historia?
Las reinas de este tipo han pasado a segundo lugar. Lo único que se enseña en las escuelas son nombres de reyes, batallas y fechas, pero estos personajes tienen que ver con la intrahistoria, los conflictos humanos y los sentimientos. Aquí los novelistas jugamos un papel esencial para poder transmitir al lector la realidad de otros tiempos y que se pueda meter en el pellejo de personajes que existieron realmente.

Llama la atención el análisis psicológico de Berenguela, quien constantemente se debate entre lo que está bien y lo que está mal.
Berenguela está entre Escila y Caribdis. Cuando le van a quitar el trono a su hijo o cuando peligra la paz entre los reinos, siempre escoge el mal menor. Su matrimonio con el rey de León (ella es hija del rey de Castilla) funciona, se quieren y se desean, hay pasión entre los dos, pero el sentido del deber de Berenguela es más fuerte. Ella es la nieta de Leonor de Aquitania, la mujer más fascinante de la Edad Media.

Pese a su valía no reinó, ¿se lo impidieron porque era mujer?
Podía ser la heredera del trono, pero no le dejan porque aluden que la última reina, Urraca, fue nefasta. Los nobles aprovechan la regencia de su hermano Enrique para hacerse más fuertes y conquistar todo el poder. Llegaron a tener como un cautivo al rey menor de edad. A Berenguela no le dejan reinar, pero fue una madre autoritaria que le traspasó el poder a su hijo con un acuerdo donde imponía ciertos límites. A ella le correspondía la corona porque la nombraron heredera a los trece años.

¿Por ley podría haberlo sido?
Primero estaban los varones y de ellos heredaba el primogénito. No así en el caso de sus principales enemigos, los musulmanes. Ellos podían dejar como heredero a cualquier familiar o a un amigo cercano, lo que entonces era un problema porque provocaba traiciones y asesinatos dentro de las familias como se recoge al final de esta novela, en la que aparecen los reinos de Taifas.

Con este título completa la triología de una saga familiar, iniciada con “Esperando al rey”, su primera novela, y “La maldición de la reina Leonor”.
Comencé a escribir sobre la minoría de edad de Alfonso VIII, continué con su reinado y ahora esta última entrega comienza con su muerte hasta llegar al reinado de Fernando III. Es un periodo que incluye la reconquista de los reinos  de Córdoba y Sevilla, un episodio muy importante en el proceso de unificación de la península.

Pero deja Granada.
No era tan importante como los otros y permanece como un reino vasallo. No lo ataca porque le paga unos impuestos que ya le gustaría para sí la actual ministra de Economía, Nadia Calviño.

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