Con el mar a 17 grados y con un terreno costero “muy similar” al que se van a encontrar, los trece militares españoles que forman la nueva campaña antártica del Ejército de Tierra entrenan esta semana en O Grove (Pontevedra). “Las condiciones del mar nos ofrecen unas posibilidades de instrucción muy similares a las que nos vamos a encontrar en la Antártida”, explica el teniente coronel Ángel Prado, el jefe de esta campaña, cuyos miembros se están adiestrando en materia de navegación.
Tras una fase de montaña en los Pirineos “para adaptarnos al frío de la zona”, los militares navegan por aguas de O Grove en embarcaciones neumáticas “que son las que debemos dominar y estar acostumbrados a manejar”, al ser allí su único medio de transporte. La base española en la Antártida en la que, a partir de principio de diciembre, estarán unos cien días, recuerda el jefe de la expedición, está en Isla Decepción, una pequeña isla volcánica próxima a la plataforma continental y a la que se accede a través de su bahía.
Los trece militares españoles, que tienen una media de 40 años, tendrán como misión mantener la base “en condiciones de operatividad” y apoyar a la veintena de científicos españoles que desarrollan sus proyectos de investigación en la Antártida, que están avalados por el CSIC. “Los científicos van a un entorno que es peligroso, en donde hay temperaturas bajas, y necesitan un lugar en donde vivir, comer o tratar los datos que van recogiendo en la zona. Ese es nuestro cometido, que ellos puedan trabajar con seguridad”, subrayó el teniente coronel Prado.
Trigesimoséptima campaña
Esta será la trigésimo séptima campaña antártica del Ejército español que, entre otras cuestiones, se encargará de las áreas de comunicaciones, mantenimiento de instalaciones, logística, medio ambiente, sanidad, alimentación, vestuario o del material de campamento. Los trece componentes, tres de ellas mujeres, participan en esta misión tras un arduo y riguroso proceso de selección en el que, además de sus conocimientos técnicos, pesa mucho sus perfiles psicológicos porque “estamos aislados de todo casi cuatro meses”.
“Es muy importante estar preparados para adaptarse al aislamiento, a estar alejado de tu familia y de tu entorno habitual”, sostuvo Prado, que calificó esta experiencia como un “pequeño Gran Hermano” porque la base es muy pequeña “y estamos juntos 24 horas compartiéndolo todo”.
Para el brigada Diego Casais, responsable del mantenimiento de las instalaciones, esta será su segunda campaña en la Antártida, en la que decidió repetir tras la experiencia del año pasado porque “la experiencia es increíble y profesionalmente es algo único e irrepetible”. Afirmó que el entrenamiento que están realizando en O Grove “es muy interesante” porque la costa rocosa y las playas de esta zona “son muy útiles para entrenar la entrada de las embarcaciones en la isla y estar atentos a no golpearla contra las piedras”.
El capitán Pablo Álvarez Balsa, por su parte, viajará a la Antártida por primera vez para encargarse del área de comunicaciones, un cometido clave en esta misión porque “al estar tan aislados las comunicaciones son determinantes”. La preparación previa les ayuda, explica, a prepararse para que allí tengan los “mínimos problemas posibles” porque, de haber alguna incidencia, “tenemos que ser nosotros los que la solventemos” para evitar que se produzca situaciones “críticas” durante el despliegue. “Voy con mucha ilusión”, asegura este militar natural de Ourense y destinado en Jaca (Huesca), que también dará apoyo directo a los científicos que estudian, entre otros ámbitos, las condiciones geológicas y marítimas de la Antártida o la fauna del continente.