Era la última noche de vacaciones en Marrakech para un grupo de cinco amigas viguesas. Sobre las 23,15 horas de la noche del viernes, la habitación del hotel en el que se encontraban empezó a moverse. “Todo empezó a temblar, todo, parecía que las paredes se nos venían encima, que las ventanas se iban a caer en cualquier momento; nos miramos asustadas, no sabíamos qué estaba pasando, si era una explosión del hotel… No sabíamos nada”, relata Cristina Ces Andrés, de 22 años, que vivió junto con Antía, Inara, Lara y Rosalía el peor terremoto de la historia de Marruecos, a poco más de 60 kilómetros del epicentro.
Fueron apenas unos minutos, recuerda, “salimos corriendo de la habitación y tratamos de ponernos a salvo”, señala. Después, en la recepción, “empezaron a gritar” que era un terremoto y que debían ir hasta la plaza central porque no estaban seguras allí. En ese instante, este grupo se dio cuenta de la magnitud de lo ocurrido, “todo estaba destrozado, lleno de escombros de los edificios que habían caído, los coches bajo las piedras… Una locura”.
El centro de Marrakech se había convertido en un caos, “la gente gritaba, al llegar a la plaza nos encontramos con muchos españoles. Al final tuvimos que pasar la noche fuera por temor a otras réplicas. Nos fuimos a un parque con unas mantas”. Ayer, este grupo ya volaba de vuelta a España porque ya tenía el viaje programado, “pero hubo mucha gente que trató de conseguir un vuelo porque quería marcharse. Tuvimos mucha suerte”. Según afirmaba, “los españoles y turistas de otros países con los que nos encontramos estaban todos ilesos”.
En Vigo, los padres de Pedro y Marta, dos jóvenes de 20 y 25 años, se enteraban de lo ocurrido el viernes por la noche a través del whatsapp. Sus hijos se marcharon el jueves de vacaciones a Marruecos. “Estábamos fuera y me escribieron para decir que había habido un terremoto pero que se encontraban bien”, explicaba ayer su madre, quien indica que “enseguida empezamos a buscar por internet y ya nos enteramos, había pasado casi una hora”. Pedro y Marta se encontraban en un pueblecito al lado de Agadir, una de las ciudades donde también se registraron víctimas. “Al informarnos ellos mismos nos quedamos más tranquilos”.
En el momento en el que tuvo lugar el seísmo, los dos jóvenes estaban en su alojamiento, “escucharon un crujido muy fuerte y todo se empezó a mover incluso se fue la luz”, tal y como contaron a sus padres quien explicaban que “estaban muy nerviosos porque había muchos gritos, gente buscando a sus familias. Pasaron horas en la calle, en una explanada por miedo a una nueva réplica. Ellos están bien y decidieron quedarse aunque nuestra primera reacción fue buscar un vuelo de vuelta. Ahora estamos más tranquilos porque podemos comunicarnos y no les pasó nada”. Su madre recuerda cómo optaron por adquirir unas tarjetas de datos ilimitados para el móvil, “porque era lo que más miedo nos daba del viaje y menos mal que las compramos".
