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Los refugiados de Lesbos no quieren ir a un campo nuevo

Un inmigrante construye una cabaña en las inmediaciones del destruido campo de refugiados de Moria.
photo_camera Un inmigrante construye una cabaña en las inmediaciones del destruido campo de refugiados de Moria.
Lo consideran una prolongación de su infierno anterior y quieren marcharse de la isla cuanto antes
n n n Cinco días después del incendio acabara en Grecia con el mayor campo de refugiados de Europa, más conocido como el infierno de Moria, y los más de 12.000 migrantes que se han quedado sin techo se resisten a instalarse en el alojamiento temporal que está construyendo el Gobierno. Kará Tepé, el nombre de este nuevo campo, situado a tan solo dos kilómetros de Mitilene, la capital de la isla de Lesbos, no atrae a nadie, a pesar de que el Gobierno insiste en que allí van a estar mejor que en la calle. De momento se han instalado 5.000 camas, informó ayer el ministro de Migración, Notis Mitarakis, que prometió que a mediados de la semana habrá alojamiento para todos. Lo que no hay por ahora son instalaciones sanitarias ni agua corriente. Un portavoz del citado ministerio señaló que "está previsto que lo haya", aunque no pudo precisar cuándo.
Con agua o sin ella, los refugiados no quieren entrar en este nuevo campo. Para ellos es una prolongación de su infierno anterior. Quieren marcharse de la isla cuanto antes. Mitarakis ha sido claro al respecto: "¡Que se olviden de ello!", ha dicho.
La lentitud con la que se está llevando a cabo el alojamiento -en las primeras 48 horas desde que comenzó solo se han instalado unas 800 personas- se debe más a ese rechazo que a las complicaciones del proceso en sí, según el portavoz.
Mitarakis intentó ayer presionar con un caramelo que muchos considerarán envenenado: solo el que se registre y entre en el nuevo campo tendrá la oportunidad de que se le tramite su solicitud de asilo, y por tanto, posibilidades de abandonar en algún momento la isla.
Mitarakis prometió ayer que a partir del próximo lunes comenzará a funcionar con normalidad la actividad del servicio de asilo en la isla. Pero el problema es doble: muchos de los refugiados de Lesbos provienen de Afganistán y Pakistán y, por tanto, tienen pocos visos de que se les reconozca el estatus de refugiado.n

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