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Primera víctima del "cordón" a la ultraderecha en Alemania

Thomas Kemmerich presentó ayer su dimisión como jefe del Ejecutivo de Turingia.
photo_camera Thomas Kemmerich presentó ayer su dimisión como jefe del Ejecutivo de Turingia.
El jefe del Ejecutivo de Turingia, Thomas Kemmerich, deja el Gobierno por la presión de la coalición
n n n Los conservadores y socialdemócratas que gobiernan Alemania propiciaron ayer la dimisión del jefe del Ejecutivo de Turingia, Thomas Kemmerich, que salió elegido cuando la ultraderecha sumó sus votos a los de conservadores y liberales, y pidieron nuevas elecciones en este "Land" del este del país.
Los integrantes de la gran coalición en Berlín comenzaron así a tratar de restañar las heridas de la mayor crisis política de la legislatura, la propiciada el pasado día 5 por la ruptura -por primera vez desde la II Guerra Mundial- del "cordón sanitario" a la ultraderecha.
Los líderes del bloque conservador -conformado por la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel y la bávara Unión Socialcristiana (CSU)- y los del Partido Socialdemócrata (SPD) exigieron en primer lugar asumir las consecuencias.
"Los partidos de la coalición esperamos que el elegido jefe del Ejecutivo de Turingia, Thomas Kemmerich, extraiga hoy la única consecuencia correcta y dimita", aseguraron en el primer punto de un breve comunicado conjunto.
El aludido, el líder en Turingia del Partido Liberal (FDP), tardó apenas unos minutos en anunciar públicamente su dimisión "con efecto inmediato". El político, que el día anterior se había resistido aún a dejar el cargo alegando motivos administrativos y legales, no pudo seguir soportando la presión política y social. "Anuncio por la presente mi dimisión como jefe del Ejecutivo del estado libre de Turingia con efecto inmediato", escribió en Twitter el propio Kemmerich, que añadió que devolverá a las arcas públicas todo lo que perciba por su tiempo en el cargo.
Pero la purga no acaba aquí. Merkel exigió y consiguió ayer la dimisión del comisionado especial del Gobierno para la Alemania del este, el conservador Christian Hirte, que el mismo día 5 felicitó a Kemmerich por su elección, sin reparar en cómo lo había logrado.
Merkel, a la que el estallido de la crisis sorprendió de gira por África, había defendido el "cordón sanitario" a la ultraderecha desde que ésta empezó a hacerse fuerte en 2015 y tachó de "imperdonable" la elección de Kemmerich, reproche que también iba dirigido a sus propias filas.
Queda por ver qué sucede ahora con el líder conservador en Turingia, Mike Mohring, quien se ofreció a dimitir, pero por ahora se mantiene en su puesto.
La decisión final está en manos de la presidenta de la CDU, Annegrett Kramp-Karrenbauer, que ha reiterado que su partido no coopera ni directa ni indirectamente con AfD, pero se ha mostrado incapaz de actuar con la determinación de Merkel, su mentora y predecesora en el cargo. 
La crisis ha evidenciado que Kramp-Karrenbauer, al frente de la CDU desde hace poco más de un año, aún no tiene bien amarrado el partido, por sus propios fallos y por las zancadillas de familias disidentes a su derecha. Además, ha dejado entrever que un sector de la formación en el este del país no ve una línea roja en colaborar con AfD.
El comunicado de la gran coalición berlinesa pedía además "nuevas elecciones en Turingia.n

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