Portugal, en vilo por el pulso entre Costa y Rebelo de Sousa

El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y el primer ministro, António Costa.
photo_camera El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y el primer ministro, António Costa.
Para la ultraderecha y los liberales lusos la salida del conflicto pasa por el adelanto electoral

El pulso entre el presidente de Portugal, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, y el primer ministro, el socialista António Costa, provocó una crisis institucional con resultados imprevisibles que mantiene al país en vilo ante un posible adelanto electoral.

Los desencuentros entre Rebelo de Sousa y Costa no son una novedad para los portugueses, aunque la tensión entre ambos fue en aumento en los últimos meses alimentando una crisis que estalló con la polémica gestión de la aerolínea TAP como telón de fondo.

Costa anunció el martes por la noche que no aceptaba la dimisión presentada por el ministro de Infraestructuras, Jõao Galamba, acusado por un exasesor de mentir al Parlamento durante la investigación sobre TAP. Apenas unos minutos después, el presidente expresaba su desacuerdo explícito con la decisión del primer ministro porque podría poner en causa “el prestigio de las instituciones”. Una reacción que prendió las alarmas sobre la posibilidad de que Rebelo utilice sus poderes para disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas.

Con el órdago sobre la mesa, António Costa evitó profundizar en la crisis. “Nunca temo recibir ninguna llamada del presidente de la República. Siempre es un gusto recibir una llamada suya”, aseveró. 

La oposición asiste atónita a una crisis que, según el politólogo António Costa Pinto, “debilita y desgasta” al Gobierno y al primer ministro, que aún no llegó al ecuador de su tercera legislatura, la primera con mayoría absoluta.

Para la ultraderecha y los liberales lusos la salida pasa por el adelanto electoral, aunque el líder de la oposición conservadora, el Partido Social Demócrata -donde milita Rebelo de Sousa-, marca distancias y evita reclamar la disolución del Parlamento. “No las rechazaremos”, dijo su presidente, Luís Montenegro. “Estamos preparados para lo que sea necesario, tenemos equipo y proyecto”, dijo. La izquierda, entretanto, apuesta por una renovación interna del Ejecutivo y una revisión del estilo de gobierno hacia uno más “inclusivo”. 

También Costa Pinto descarta un escenario de adelanto electoral inmediato porque “no está en causa ningún problema dramático de corrupción” sino “una mala gestión de coordinación gubernamental” y “no es un tema como para causar una disolución”. “Lo que está en causa”, agrega, es “un intento del primer ministro de mantener la autoridad política sobre el Gobierno, sin ceder a las presiones de la opinión pública, ni la oposición ni el presidente de la República”.

Desde la caída de la dictadura, en 1974, Portugal vivió ocho disoluciones del Parlamento y la mitad de ellas acabaron con mayoría absoluta en las urnas, como ocurrió en 2022, cuando Costa no logró aprobar el presupuesto y Rebelo de Sousa convocó un adelanto electoral que dio una aplastante victoria a los socialistas. Pero nunca, en la joven democracia lusa, un presidente disolvió el Parlamento durante un gobierno de mayoría absoluta de un solo partido, como ocurre con el PS.

Aunque descarta el adelanto electoral inmediato, Costa Pinto admite que, esta vez, “la crisis va a continuar”. ¿Y el próximo paso? “La política portuguesa, en lo que toca al Gobierno, ha sido un conjunto de sorpresas”, zanja. 

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