Kissinger: el centenario de un político brillante y polémico

Henry Kissinger (d.), junto a Kofi Annan y Jimmy Carter.
photo_camera Henry Kissinger (d.), junto a Kofi Annan y Jimmy Carter.
Su deseo es pasar a la historia como el Nobel de la Paz que puso fin a la guerra de Vietnam

 De intelectual, estadista, brillante negociador y Nobel de la Paz a cínico, arrogante, ególatra y criminal de guerra. O quizás todo a la vez. Henry Kissinger, el hombre que lo fue casi todo en EEUU, cumple hoy 100 años agrandando su propio mito, aunque cada vez más cuestionado. Hace décadas que el que fuera consejero de Seguridad Nacional y secretario de Estado de Richard Nixon y de Gerald Ford no ocupa un puesto en el Gobierno, pero la larga sombra del diplomático más famoso del siglo XX llega hasta hoy.

Heinz Alfred Kissinger nació el 27 de mayo de 1923 en Fürth (Alemania) en el seno de una familia judía que llegó a Nueva York huyendo del nazismo siendo un adolescente. Con un fuerte acento alemán al hablar inglés, este graduado en Harvard siempre negó que su infancia traumática lo marcara de por vida, pero muchos discrepan.

El profesor de la Universidad de Texas Jeremi Suri, autor de “Henry Kissinger and the American Century”, considera que “al ser un refugiado judío, ha estado siempre muy preocupado por el caos y ha querido poner orden en el mundo”. “También cree que Estados Unidos es una nación superior que tiene que jugar un rol especial”, indica.

Kissinger, quien según sus conocidos no practica la humildad, quiere ser recordado como el arquitecto de la política de distensión hacia la URSS que cambió el rumbo de la guerra fría, como el artífice de la normalización de las relaciones con China y como el intelectual que frenó la proliferación nuclear; ser el gran mediador de Oriente Medio, así como el Nobel de la Paz que puso fin a la guerra del Vietnam.

Desearía también que quedara en la letra pequeña su respaldo a dictaduras como las de Argentina y España, su papel en la Operación Cóndor para reprimir a opositores latinoamericanos de izquierda o que para muchos tiene las manos manchadas de sangre por su apoyo al golpe de Estado contra Salvador Allende. “No podemos permitir que Chile se vaya a las alcantarillas”, llegó a decir en 1970. “A Kissinger no le molestaban las dictaduras. De hecho, le gustaban si estaban del lado de Estados Unidos y mantenían el comunismo fuera de América Latina”, explica Mario Del Pero, historiador de Sciences Po en París y autor de la biografía “The Eccentric Realist”. 

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