Intereses personales acercan a Venezuela y Estados Unidos

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
photo_camera El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
Ambos países acordaron una reunión bajo la excusa de la energía, pero que agendó otros temas

Con la excusa de la crisis energética mundial causada por la guerra en Ucrania, los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela, históricamente enfrentados, comenzaron en marzo lo que parecía un tímido acercamiento, con el que se empezó a fraguar un acuerdo con intereses personales mediante la liberación de dos sobrinos de la esposa de Nicolás Maduro, presos en el país norteamericano. Pocos fueron los que se creyeron que aquella aproximación tuviera fines altruistas, tanto por parte de unos como de otros, o que fuera el principio de una amistad incondicional. La reunión no resolvió los problemas energéticos del mundo, pero sí hizo realidad deseos “ocultos”.

Después de que los dos países confirmaran el encuentro y coincidieran en lo que hicieron público, las sospechas de los venezolanos fueron creciendo y la mayoría apuntaban en la misma dirección, la posibilidad de que se abordara la liberación de los sobrinos de la esposa de Maduro, Cilia Flores, encarcelados en EE.UU. Poco más de medio año después, Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas -condenados en diciembre de 2017 en una corte de Nueva York a 18 años de cárcel por narcotráfico- recibieron el “perdón” de Biden, que permitió su liberación, a cambio del mismo trato para siete estadounidenses -entre ellos, cinco directivos de Citgo, filial de la estatal Pdvsa- presos en Venezuela.

Cuando todavía no se habían cumplido cuatro meses desde la reunión de marzo, una nueva delegación del país norteamericano volvió a Caracas, esta vez, encabezada por el representante diplomático de EE.UU. para Venezuela -que opera desde Colombia-, James Story, quien se reunió con el presidente del Parlamento, el chavista Jorge Rodríguez. Esta vez, solo trascendió que el objetivo de la visita fue dar “continuidad a las comunicaciones iniciadas el 5 de marzo y a la agenda bilateral” de ambos países, sin embajadores desde 2010, aunque con una inusual representación diplomática. La ausencia de información y el hermetismo arreciaron la sospecha de que los sobrinos de Flores estaban más cerca de su liberación.

 

CRUCE DE AMENAZAS

Hace dos semanas, EE.UU. amenazó con endurecer las sanciones si Maduro continuaba sin dar muestras de cumplimiento de los acuerdos alcanzados en las reuniones en Caracas. Maduro respondió que “las amenazas se pierden en el fondo del mar del desprecio” y que EEUU nunca volverá a ser un “imperio dominante”, puesto que “ha llegado el tiempo de los pueblos, de la paz, de la colaboración”. Y el “pueblo” ganó. Biden liberó a los sobrinos de Flores y Venezuela excarceló a siete estadounidenses sin lazos consanguíneos.

De las amenazas de dos semanas atrás, Biden y Maduro pasaron, en tiempo récord, al intercambio de liberaciones. Y aunque, en términos absolutos, parece un partido ganado por EEUU por siete a dos, esta jugada la ganó Venezuela. Flores de Freitas y Campo Flores son mucho más que familiares lejanos para el matrimonio presidencial, que buscó la excarcelación de todas las formas posibles.

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