Maestros y ejemplos de vida

La ourensana Esperanza Cortiñas no cree que haya secreto para llegar a soplar las 106 velas.
photo_camera La ourensana Esperanza Cortiñas no cree que haya secreto para llegar a soplar las 106 velas.
Carolina tiene 100 años, José María otros tantos, Eustaquio 101, Esperanza 106 y Dolores 107. Todos ellos forman parte del exclusivo club de los centenarios que en España integran, según INE, 19.639 personas. Son maestros de vida y ejemplo para todos.

Maestros, una de la repostería, otro de la ebanistería, otro de la ganadería, una aficionada al baile y ya la última a los sudokus. Este quinteto de centenarios gallegos comparte los secretos de su longeva existencia.

José María Marful celebra como uno de sus mayores logros de vida el haberse vuelto hace años “otra vez a España”, en concreto, a su tierra natal en Lourenzá (Lugo). Allí hace tan solo un mes soplaba las velas del siglo rodeado de los suyos, pero también de otras dos de sus perdiciones: sus frutales y la ebanistería.

“Me siento para comer al mediodía y hasta que ceno estoy entretenido con mis cosas”, detalla. Y es que un torbellino de vitalidad como el que corre por sus venas no entiende de “ningún secreto” aparte de estar “siempre en activo” y “luchando con la vida”.

Para Carolina Viaño, natural de O Pino (A Coruña) y a medio camino entre los 100 y los 101, su casa es ese refugio donde cada día hojea los periódicos y recupera esas recetas reposteras que aún conserva de todos esos años en los que trabajó como panadera.

Como es propio de la edad, oye un poco mal, pero eso no le impide disfrutar de una buena conversación en la que rememorar cuentos de los de antes. Entre risas confiesa que no tiene claro si existe una fórmula para llegar a centenaria, más allá de “cumplir muchos años” y “comer bien”, se ríe. 

En el interior de Ourense, Eustaquio Pérez a sus 101 años -en septiembre cumple 102- sale todos los días al monte con la veintena de ovejas que cuida a diario.

“Esto es un regalo. Mi vida es trabajar. Me levanto sobre las cuatro o cinco de la mañana, desayuno un cazo de café con leche, pan y azúcar, y después ya cuando se hace de día bajo a la cuadra y saco a las ovejas”, explica este vecino de Quintela de Leirado que vive con su mujer. ¿El secreto de su buena salud? “Nunca tomé medicinas, a veces tengo algún dolor de cabeza o de estómago, pero desaparece”, detalla, aunque reconoce que ahora, con las primaveras que acumula, alguna que otra medicación sí le prescriben.

La ourensana Esperanza Cortiñas no cree que haya ningún secreto para llegar a soplar las 106 velas como hizo ella el pasado diciembre. Goza de salud y su memoria está intacta. “Bailar mucho y echar la partida de cartas todos los días por la tarde” la ayudan no solamente a sobrellevar la vida moderna en la que hace “de todo”, también seguir viajando, sino también a que la memoria “esté muy pendiente” de ejercitarse.

Han pasado casi dos meses desde que Dolores Fernández cumplió los 107 años, lo que la convierte en la integrante con más experiencia de los cinco. Llegar hasta ahí para ella ha sido una “cuestión de fe”, aunque tomarse la vida con filosofía y humor también le ayudan, como corrobora su hija Marisa.

“Me levanto muy temprano, voy a la misa de las 10, paseo y luego estoy a mis cosas”, cuenta esta ourensana con entusiasmo. Leer la prensa, cocinar junto a su hija, coser y hacer sudokus son esas pequeñas rutinas sin las que no entiende la cotidianidad. Para ella el motor que siempre la ha movido es el amor de su esposo y el de sus hijos, ayudándola a “no tener preocupaciones”.

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