Una hora antes de que Alfonso Rueda descendiese la escalinata del Parlamento de Galicia para jurar el cargo de Presidente de la Xunta en el Salón dos Reis, el presidente de la Cámara, Miguel Santalices, supervisaba la disposición de las sillas como un acomodador o concienzudo anfitrión. “Veñen máis de 500 persoas e tivemos que acondicionar salas e corredores con pantallas”, comentó sorprendido porque la asistencia superó a la de la última toma de posesión de Núñez Feijóo. Para ponderar la comparación hay que retroceder a las etapa más virulenta de la pandemia. “Daquela Saúde Pública recomendounos que a Real Banda de Gaitas da Deputación de Ourense levase máscara, pero díxenlles que coa máscara un gaiteiro non pode soplar”. La anécdota mereció una carcajada.
Con una ristra de invitados en la que aparecía Yolanda Diaz, vicepresidenta segunda, en representación del Ejecutivo central; Mariano Rajoy, expresidente del Gobierno; y los presidentes de Madrid, Castilla y León y Murcia (Isabel Díaz Ayuso, Alfonso Fernández Mañueco y Fernando López Miras, además de la representación más destacada de la sociedad gallega, chirriaron las ausencias de la presidenta de la Diputación Pontevedra, Carmela Silva, y del alcalde de Vigo, Abel Caballero, el día que Galicia cambiaba de presidente de la Xunta.
A las doce en punto los acordes de la Marcha do Antigo Reino de Galicia marcaron el inicio del acto mientras Alfonso Rueda entraba en la sala acompañado de Miguel Santalices, con Yolanda Díaz y Alberto Núñez Feijóo detrás. Tras el juramento del cargo y la lectura de seis folios de un discurso en el que se emocionó al recordar a su padre fallecido –aunque sin retorcer el lagrimal como acostumbraba Feijóo– y agradecer el apoyo a su madre, mujer y las dos hijas que lo contemplaban desde la primera fila, “el maquinista” asumía “el puente de mando”. Feijóo se convertía en historia de la Xunta mientras los invitados corrían a fotografiarse con el presente. Isabel Díaz Ayuso rivalizó en la petición de fotos, pero en estos casos suele imponerse el “qué hay de lo mío” horas antes de que el timonel nombre a la tripulación que lo acompañara en la travesía.
Fernando González Laxe, presidente de la Xunta durante el Gobierno tripartito, aprovechó el rebumbio para escabullirse. El ascenso de Rueda en mitad de la legislatura es lo más homologable a lo que le sucedió a Laxe, aunque el socialista fue nombrado tras la moción de censura a Fernández Albor y Rueda llega por la dimisión de Feijóo. “El discurso me pareció un poco plúmbeo al ser largo de más, pero no es fácil”, recordó Laxe. “Su discurso fue más continuista y el mío más rupturista, aunque hubo menos citas a Feijóo de las que se esperaba. Tiró más del PP que de Feijóo y marcó unas cuantas líneas”. Y hasta ahí quiso leer un ex presidente para no empañar el protagonismo del nuevo presidente.
Ya en el pasillo, Ana Pastor, vicepresidenta segunda del Congreso, no ocultaba su satisfacción mientras retrataba con su móvil a Rueda con la familia. “Estoy muy contenta, para mí Alfonso es como un hermano”. Mariano Rajoy, con el que camina en una pandilla en la que también está José Benito Suárez, marido de Ana Pastor, es un comodín del que puede tirar cuando Galicia vuelva a las urnas. Tiene tiempo y está en forma. La peculiar versión del himno de Galicia a cargo de Antonio Barros recordó el plató de Luar. La verbena terminó cuando apagaron las luces.
