Cafinitrina para Patxi

El portavoz socialista, Patxi López, ayer durante el debate en el Parlamento.
photo_camera El portavoz socialista, Patxi López, ayer durante el debate en el Parlamento.
Ramón Tamames no había venido a esto, a la bronca, al grito, a la dialéctica de amigos y enemigos en el ring de la Carrera de San Jerónimo, y así se lo ha dicho a todos antes de perder la moción de censura contra Pedro Sánchez.

Ramón Tamames no había venido a esto, a la bronca, al grito, a la dialéctica de amigos y enemigos en el ring de la Carrera de San Jerónimo, y así se lo ha dicho a todos antes de la votación y después de recomendar al socialista Patxi López que se tomara una cafinitrina. 

Porque el portavoz del grupo socialista ha empleado un discurso enérgico, muy duro con los adversarios del PP y Vox y muy reivindicativo de los valores socialistas y su historia, una historia en la que ha salido hasta Franco, y su féretro en helicóptero desde el Valle de los Caídos camino del Pardo.

El profesor no estaba en el Congreso para a escuchar semejantes voces ni tamaño entusiasmo oratorio jaleado por los aplausos de la izquierda, y cuando ha pedido la palabra para replicar las intervenciones de los portavoces lo ha explicado muy claramente.

“Esto no es una sesión parlamentaria, es un mitin preparatorio de las elecciones del 28 de mayo”, dijo sentado desde su escaño vecino al de Santiago Abascal por su izquierda y al del portavoz del PNV, Aitor Esteban, por su derecha.

Tras la prolongada sesión del martes, el excomunista y veterano economista ha aparecido con algo más de energía, caminando apoyado en su bastón pero sin necesidad de sujetarse en el hombro del ujier que también le acompañaba.

Primero ha intervenido la portavoz del PP, Cuca Gamarra, que ha encantado a los diputados populares al desdeñar el valor de la moción de Vox pero situando la verdadera moción en las urnas que piensa sí desalojarán a Pedro Sánchez de La Moncloa. Ha cerrado el turno el portavoz del PSOE, Patxi López, con su encendida alocución.

A Ramón Tamames no le he gustado un tono que le ha retrotraído a las dos Españas, al 36, cuando comenzó la Guerra Civil, y consultando de hito en hito el contenido de unos folios grapados que sujetaba con las manos, se ha quejado porque siguieran sin respuesta sus reflexiones sobre la política del Gobierno con Marruecos y el Sáhara.

Y si el martes propuso a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, una reforma del Reglamento contra los tochos sin límite leídos por los miembros del Gobierno, ayer le ha invitado a hacer hablar a los diputados “de otra manera” para evitarles un posible infarto. Y a López, “una cápsula de cafinitrina”.

El candidato de Vox acusó además al Gobierno de utilizar a las mujeres “como si fueran una moneda de cambio”.

En ese momento ha señalado hacia la escultura que en la parte superior del hemiciclo representa en mármol a la reina Isabel la Católica, obra de José Pagniucci y Zume, para sentenciar: “Para mujeres ahí tenemos a una, Isabel la Católica, que ya en el siglo XVI tenía más poder que el propio rey”. Más aplausos de Vox.

Tras su repaso a las intervenciones de todos los portavoces de los grupos que hablaron el martes, dijo que la moción había sido “cualquier cosa menos ociosa” y ha asegurado no haber “perdido el tiempo”, para retrotraerse nuevamente al pasado, esta vez a la moción de censura de 1980 de Felipe González contra Adolfo Suárez, que ha calificado de “impresionante” porque “fue la primera vez que la gente sintió que la política estaba en todas partes”.

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