El asesinato de Orio, entre la incredulidad y el espanto

Agentes de la Ertzaintza, en Orio este martes.
photo_camera Agentes de la Ertzaintza, en Orio este martes.
Alberto, que residía en Zarautz aunque hacía su vida en Orio, donde tenía a su madre y sus amigos, utilizó una escopeta recortada de su propiedad para asesinar a Lourdes, su expareja.

Orio era ayer un pueblo que transitaba entre el espanto y incredulidad, ante la imposibilidad de digerir que uno de sus vecinos hubiera podido matar a tiros en plena calle a la mujer, también residente en la localidad costera guipuzcoana, con la que había salido durante un año y se suicidara después con la misma arma.

Alberto utilizó una escopeta recortada para asesinar a Lourdes, con la que había quedado el martes por la tarde en un banco público situado junto a un parque infantil en pleno centro del pueblo. Lourdes, de 50 años, que deja huérfanos a dos hijos, uno de ellos menor de edad, había mantenido una relación con su verdugo y había roto con él hacía unos meses.

La imagen del cuerpo de la víctima en el banco donde estaba leyendo un libro mientras esperaba y su agresor, también muerto tumbado en el suelo, permanecía en la retina Alex, uno de los trabajadores de la academia de inglés Narau, situada a escasos metros de donde sucedió todo. Una profesora del centro escuchó una “explosión” y “después como un disparo”, por lo que salió al exterior y se encontró con el cuerpo de la mujer, con la cabeza destrozada, y el del hombre en el suelo.

Al ser avisado por esta docente, Alex acudió de inmediato a la academia y trató de organizar a los niños que estaban en clase para que no vieran lo que había pasado, aunque todavía no sabían si “se trataba de un atentado o una explosión” .

A primeras horas de ayer todavía podían apreciarse rastros de sangre en la escena del crimen, afirma Alex, aunque los equipos municipales han limpiado el área sobre las siete y media. Junto el banco han aparecido varias velas encendidas y un ciclista que ha pasado por el lugar ha depositado sobre el banco una flor blanca y un muñeco de peluche. 

También salió asustada al balcón de su casa, desde el que se ve el lugar del asesinato, María Ángeles, que afirma que conoce de toda la vida al agresor, que vive muy cerca. “El charco de sangre era impresionante”, señala aún conmocionada, y lamenta “cómo se quedan los dos hijos” de la víctima “y también la madre de él” y, como la mayoría de los vecinos de Orio no se explica qué pudo pasar con Alberto, del que no consta que tuviera antecedentes de ningún tipo.

En la plaza del Ayuntamiento, un grupo de jubilados comentaban que “no se habla de otra cosa” en Orio y tampoco daban crédito a lo sucedido. “Conocíamos a Alberto desde niño, un joven callado, y también a Lourdes, que era muy simpática”, señalan sobre la víctima, que era originaria de San Sebastián pero vivía desde hacía años en Orio donde trabajaba en un empresa de transportes.

El Ayuntamiento de Orio (Gipuzkoa) ha decretado tres días de luto. 

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