Roi Sánchez. Entrenador vigués de balonmano

Roi Sánchez: “Aún hoy me lastra mi despido, son muchas noches sin dormir”

Roi Sánchez pasó por Atlántico para repasar su trayectoria.
photo_camera Roi Sánchez pasó por Atlántico para repasar su trayectoria.

Roi Sánchez (Vigo, 1984) tiene hiperdesarrollada la capacidad de análisis. Para lo bueno y para lo malo. Para entrenar en la Bundesliga y para sufrir su primera destitución. Su mente ya está en Burgos, su nuevo proyecto. Pero su mente y su corazón han aprendido desde que hace diez años se fue a Alemania como ingeniero. Mucho.

¿Cómo recuerda aquellos primeros años en el Octavio, siendo jugador y ya entrenador?

Jugué casi toda mi carrera deportiva en el Octavio. Era mi casa. Y digo era porque ya no existe. Le debo mi formación como entrenador, junto con Luis, Jandro, Richi… Toda la buena gente que coincidimos allí y hacíamos de todo: entrenadores, coordinadores, padres, fisios, médicos, tutores…  Lo recuerdo con mucho agrado. Y en lo deportivo, partidos en Asobal o en Plata de meter 2.000 o 3.000 personas, los derbis gallegos, Copa del Rey…

Usted es ingeniero y llegó un momento, hace una década, en que se fue a Alemania, ¿en busca de una salida profesional sólo o pensando en el balonmano?

Acabé la carrera, ya no jugaba y sólo entrenaba. Además, en aquel momento la situación en el Octavio ya empezaba a estar mal. Me dije: soy ingeniero, me gusta el balonmano, ¿qué hago? Y el país que se te viene primero a la cabeza es Alemania. Vendí mi coche viejo para sacar unos duros y me fui. Mis padres me apoyaron, por supuesto.

Una vez allí, enseguida encontró un lugar en el Hannover. ¿Otro aprendizaje clave?

Cuando llegué fue por trabajo de ingeniero pero enseguida me puse en contacto con el Hannover y resulta que el entrenador del filial había jugado en España y hablaba español. Porque yo no hablaba alemán, aunque los primeros dos años me puse obsesionado a aprender el idioma. Fui quemando etapas dentro del club. Me llegó la oportunidad de ser profesional y decidí aparcar, que no dejar, la ingeniería.

¿Y sigue aparcada o sigue dejada?

Ahora estoy haciendo un MBA. Porque este año he tenido más tiempo y nunca sabes.

Retomando el hilo vital, llega la etapa de Barcelona. ¿Con la intervención clave de Pasqui como padrino?

Por supuesto. Pasqui es mi padre deportivo. Como para muchos de nosotros. Recuerdo que ellos jugaban Liga de Campeones en Kiel y fui. Sería sobre marzo y me lo planteó. Yo tenía contrato aún en Hannover y viviendo la etapa de mi vida en la que seguramente más feliz he estado. Pero te llama el Barça… Yo soy del Celta pero después, del Barça. Era una ilusión tremenda volver a trabajar con Pasqui, con Luis de segundo… Una historia perfecta. Rompí mi contrato con Hannover, aunque me dolió mucho. Llevaba al segundo equipo y el programa Talents. Después, dos años con el primer equipo y el último, ya con la pandemia y con la necesidad de hacer compartimentos estancos, me quedé con el filial.

¿Le impresionó cuando le llegó la posibilidad de dar el que quizás sea el gran salto como entrenador: dirigir un equipo en  la Bundesliga como el Stuttgart?

Sí que impresiona. Esto de Stuttgart surgió una semana antes de la pandemia. Estaba allí pero se con la pandemia se cayeron muchos sponsors y los alemanes son muy cautelosos. Ojalá lo fuésemos aquí también. Un año después, me llaman. Creo que puedo decir que siempre que he dado un paso en mi carrera deportiva me sentía preparado para hacerlo. A lo mejor, para el Kiel o el primer equipo del Barça no estaría preparado pero para el Stuttgart sí. Fue un máster absoluto.

¿Se puede comparar la Bundesliga con la Asobal?

No, ni de lejos. La puedes comparar con la NBA, o con la Premier o la Liga. Con la Asobal, no. ¿Por qué? Porque tienes los pabellones llenos, mucha repercusión mediática, cada cosa que haces o que dices tiene una consecuencia, entrenas jugadores campeones de Europa o olímpicos… Es muy diferente. Que todo tiene sus dificultades. Porque aquí, por ejemplo, los jugadores a lo mejor no son todos profesionales, los clubes tampoco lo son del todo y tienes que hacer más cosas… En Stuttgart tenía un staff muy grande en el que podía delegar mucho y me podía centrar en entrenar al equipo. Que en el Octavio no era así; Quique (Domínguez) tenía que hacer de todo.

¿Es la situación ideal para un entrenador? Hay clubes más grandes pero una liga más grande…

La Liga de Campeones, tal vez. Era disfrutar y sufrir a partes iguales cada día. Me tocó dirigir un equipo de la parte baja de la tabla pero si vas a la Bundesliga no puedes pretender conducir un Ferrari de entrada. Era un buen equipo. Cumplimos los objetivos. La segunda vuelta fue la mejor de la historia del club y acabó la temporada muy bien. La primera fue dura: perdimos cinco partidos de un gol, tuvimos lesiones, jugamos sin zurdo ocho partidos...

¿Enseñó a los alemanes el estilo de balonmano español o se tuvo que adaptar usted más a su estilo?

Uno de los errores que cometí, que seguro que fueron muchos si no no me habrían echado, fue meter mucho el estilo español a saco desde el principio. Y en Navidades tuve que volver para atrás y adaptarme yo más. Es uno de los aprendizajes que me llevé.

Habla de que lo echaron. Sucedió el pasado mes de septiembre tras un inicio con cinco derrotas. ¿Cómo asume un entrenador su primera destitución?

Aún hoy me sigue lastrando un poco. Sigo digiriéndolo. Ahora estoy mejor… Recuerdo una frase que me dijo Manolo Cadenas: “Roi, balonmano se cura con balonmano”. Desde que tengo ahora otro proyecto en ciernes, lo llevo mucho mejor. Lo pasé mal. El calendario de inicio era muy difícil. Aparte fueron derrotas amplias. Entonces, el proyecto se cae y tengo que aceptarlo. Es parte del negocio.

¿Uno intenta buscar razones o lo asume como parte de su profesión?

Depende de cada persona. En mi caso, le he dado muchas vueltas a qué hice mal, qué cosas podía hacer mejor, cuáles no volveré a hacer, dónde me equivoqué… Son muchas horas y muchas noches sin dormir pensando en por qué me pasó esto, si tenía que haber hecho esto o lo otro… Porque yo a Stuttgart me voy con mi esposa y con mi hija, las arrastro en este cambio de vida y te sientes muy responsable de que haya ido mal. Más allá de la gente que me sigue, mis amigos, mi familia… El día que me echan, la verdad es que me sentí superapoyado. No soy de mensajes de ánimo cuando pierdes. Es más, no me gustan. Pero en ese momento agradecí muchísimo cada mensaje porque estaba jodido.

La carrera sigue. Y el próximo paso es el Burgos, donde ha fichado por dos temporadas, la inicial en Plata. ¿El planteamiento es llegar a Asobal?

Muy ilusionado y contento. Creo que es uno de los mejores proyectos que hay en España actualmente, a pesar de que empecemos en Plata. Subir a Asobal es muy duro pero vamos a intentar hacer un buen equipo para poder subir. Me hace mucha ilusión volver a España, estar cerca de mis padres. Y en el mes y medio que llevamos trabajado, muy contento de cómo están yendo las cosas. 

¿Es imposible plantearse hoy dar prioridad a proyectos en Galicia para quedarse cerca de casa?

Ha sucedido así. Si hubiera tenido la opción, la habríamos valorado. Cuando nos llegó Burgos… El presidente me vino a buscar y sentí que tenían muchas ganas de que fuese a trabajar allí. Y me gusta lo que estoy viendo. Pero no descarto volver a Galicia. Me gustaría. Ojalá el Celta pudiera hacer algún día un proyecto de balonmano ahora que en la ciudad deportiva va a tener un pabellón. El otro día estuve en Pontevedra viendo el Cisne-Cangas y fue espectacular. Por qué no formar parte algún día de eso.

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