Tito Pérez Álvarez, atleta de la Vig-Bay con pleno de participaciones

Tito Pérez Álvarez: "Me jubilé del trabajo, pero no del atletismo, es mi pasión"

Tito Pérez acudió al set de Atlántico para contar su carrera atlética.
photo_camera Tito Pérez acudió al set de Atlántico para contar su carrera atlética.

Evaristo ‘Tito’ Pérez Álvarez (Vigo, 66 años) estará el domingo en Samil en la línea de salida de la Vig-Bay. Lo hace de forma ininterrumpida desde la primera edición en febrero de 2000 y, precisamente, fue la competición entre la ciudad y Baiona la causante de dejar a un lado la bicicleta y pasarse a las zapatillas. “La preparé en dos meses”, asegura y, a día de hoy, a los 66 años, admite que “en cada edición, hago un minuto más”.

 

 

¿A unas horas de volver a correr, cómo se encuentra?

Estoy adaptado y soy un fiel a la cita. Cada año me preparo para poder llegar al día de la carrera. A mis 66 años, seguir corriéndola ya es un reto. Cada año cuesta un poco más y hago un poco más de tiempo. Un minuto más lento cada año que pasa.

¿Cómo es su rutina de entrenamiento? 

Ahora estoy jubilado, pero mientras estuve en el trabajo, mi rutina pasaba por levantarme temprano de mañana e ir a correr sobre una hora y media. Casi de madrugada y sí que ahora mismo, con esa jubilación, tengo un horario más amplio para poder entrenar. Me jubilé del trabajo, pero no del atletismo. Esto va a seguir porque es mi pasión. Es lo que me permite estar en forma y tener la mente despejada.

¿Qué recuerda de ese Tito que comenzó a correr hace más de veinte años?

Pasaron muchas cosas. En la primera Vig-Bay éramos 600 atletas y, en las últimas, ya somos unos 6.000. Después, hay muchas anécdotas de gente que viene de fuera como un atleta de Málaga que también lleva todas la ediciones, y siempre me comenta que está contento. También conocí a portugueses, madrileños, valencianos… Yo comencé a correr con la primera edición de la Vig-Bay. Sí que iba a Castrelos y veía allí a gente correr y, un día, me uní a ellos. En esa primera edición, mi mujer me decía: ¿a dónde vas, que son 20 kilómetros? Pero yo sabía que iba a terminar, si no era en dos horas, sería en tres. Me estrené con 1 hora y 29 minutos, que está muy bien.

Y para aquella cita, creo que entrenó dos meses. 

Tenía la base del ciclismo, que andaba en bicicleta y sí, me preparé en diciembre y enero, porque la primera fue en febrero. Esos dos meses me fueron suficientes, porque tenía el corazón preparado.

¿Cómo evolucionó en sus marcas?

En los primeros años iba buscando la marca personal. De esa hora y 29 minutos, llegué a marcar dos años seguidos 1h 23 minutos. Fue mi límite. A partir de ahí, comencé a subir los registros hasta el año pasado, que ya me fui a la hora y 47. Y este año, seguramente será y 48 minutos. Tienes que saber que, con la edad, no eres el mismo. La fuerza baja y hay que cambiar la mentalidad para poner el ritmo de uno y terminar. 

Y hacer el pleno se consigue, en gran medida, debido a que no tuvo lesiones. 

Es básico, muy importante. No hay que abusar de los entrenamientos, es necesario acabarlos bien, con ganas de iniciar el próximo. Tuve que parar alguna vez, pero un mes o dos, y sin tener secuelas posteriores. No es sencillo llegar bien a la carrera todos los años. En parte, también es suerte no lesionarme de gravedad. Lo que sufrí fue todo pasajero. Dentro de la carrera, por suerte, la pude completar bien todas la ediciones. Incluso, una vez que estás dentro, das un poco más porque la gente te anima y estar con otros corredores ayuda. La Vig-Bay es mi carrera de referencia y ese día parece que andas un poco más rápido.

¿Cómo fue esa evolución de ser 600 atletas a los 4.000 actuales?

Cada año crece un poco, unos 500 más cada edición. Salimos un grupo enorme y, en esos primeros kilómetros, vamos como en un paquete de sardinas. Después, al pasar dos, cinco o diez kilómetros, ya va cada uno a su sitio. En función de cómo te encuentres, puedes unirte a un grupo u otro para llevarlo mejor.

La previsión de tiempo es de nublado, pero sin calor, que igual es lo peor. 

Por suerte, es una carrera en la que siempre tuvimos buen tiempo. Salvo un año que hubo bastante viento en contra, nunca hubo problemas con la lluvia. Parece que el tiempo se porta bien con la Vig-Bay. Hubo algún año que en el día previo estuvimos a unos 12 grados y a la hora de correr se elevó hasta los 20 y se nota. Ves que la gente termina con más problemas y con algún problema de deshidratación.

Aparte de la Vig-Bay, ¿corre todo el año?

Sí, sí. En los primeros años, entrenaba en Castrelos y me anotaba a estas carreras de 10 o 15 kilómetros. En los últimos, sí que voy más al monte, a los trails. Le pillé el gusanillo e eso y la verdad es que se disfruta mucho con las subidas y las bajadas en plena naturaleza. Es otra manera de correr, es totalmente diferente. Pasas por ríos, te agarras a los árboles, a las rocas… Es muy agradable.

¿Cómo fue ese cambio?

Poco a poco, algunos amigos iban allí, nos hablaron de ellas y nos entró el gusanillo. Probamos y hasta hoy en día. Al menos, una vez a la semana, entreno en el monte. Formo parte del Club Atletismo Vigo y, dentro de esto, en el grupo Cabras Tolas, que somos los de la montaña. Vamos el domingo temprano a correr y hacemos dos o tres horas. Por la semana voy, fundamentalmente, a Castrelos. Y algún día esporádico a la montaña. El lugar habitual de entrenar es el monte Alba, Galiñeiro, en Nigrán, Chandebrito… Por esa zona.

Después de tantos años, más que compañeros de club, ya son un grupo de amigos. 

Sí, sí. Cada año estamos más jubilados en el grupo. Lo bueno es poder seguir corriendo y, dentro del grupo, tenemos a un joven que es Óliver, de 13 años, que es el hijo de uno de los corredores del grupo. Tiene futuro.n

Te puede interesar