Conchi Martínez, árbitro de taekwondo: "Llevo 35 años en esto e ir a Los Ángeles son cinco más"

La redondelana Conchi Martínez acudió al set de Atlántico.
photo_camera La redondelana Conchi Martínez acudió al set de Atlántico.

Conchi Martínez (Redondela, 49 años) obtuvo en los últimos meses la categoría de árbitro internacional de taekwondo tras más de tres décadas en este deporte. Su objetivo es intentar llegar a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, para los que necesita “apoyo financiero, público o privado, lo estoy buscando”. 

¿Cómo se llega a árbitra internacional de taekwondo?

Se llega a base de mucho esfuerzo porque son más de treinta años para poder alcanzar este objetivo. Puede no parecer mucho, pero hay gente que se muere antes de esos treinta años y no logra el objetivo. He necesitado 35 para conseguir esta titulación. Igual hubiera podido obtenerla antes, pero por motivos financieros, personales, sentimentales… Lo que fuese, no hubo ese empuje. De un tiempo a esta parte, hubo un cambio, y me dije: vamos a intentarlo. Hay que estar ahí, dominar el inglés, viajar… 

¿Cómo son esas pruebas? 

En un primer momento, tienes que pasar el filtro del país. No representas ni al pueblo, ni a la autonomía. Vas como España y tiene que ser la Federación Española la que te envíe a un un seminario para ser árbitro internacional. Si no cumples los requisitos, por mucho que tú quieras, no te mandan allí. Durante años, teníamos como una cartilla en la que te sellaban los campeonatos. Cuando la cubrías, es cuando te permitían ir a un seminario así. Este año se hizo el curso en París y yo tuve que ver, en un primer momento, si podía permitírmelo a nivel económico. Tuve ayuda material y de papeleo de las federaciones, pero los gastos los tuve que asumir yo. Al ser en París, fueron costes más pequeños que ir a Colombia o a Senegal, que fueron otros que hubo en los últimos meses. Había que aprovecharlo y, además, la gente que me rodea me dijo que era el momento de aprovechar la oportunidad.

¿Cómo es el seminario?

Son cuatro días con todo el reglamento de taekwondo y de parataekwondo en inglés. También hacen pruebas fisicas, pero gracias a que trabajo en un centro deportivo, no me costaron demasiado. Pero los nervios no los quita nadie y hubo gente que no las pasó. Yo fuí allí con mi maleta de equipaje de mano de Ryanair  y pude superarlo. 

¿Qué puede arbitrar ahora?

Con mi título de árbitro en España podía, hasta ahora, arbitrar aquí y, con invitacion, viajar a algún país del extranjero. Pero tenía que ser con esa invitación. En la actualidad, puedo pisar cualquier continente y cualquier país. Me puede llamar la Federación China e ir allí. Eso sí, si llega esa convoatoria, antes entraría en la aplicación de Abanca para ver el dinero que tengo y si puedo permitírmelo… Si es a China, me da que iría otro año. Ojalá estuviéramos equiparados a la internacionalidad de un árbitro de fútbol. Si fuese así, podría vivir de ello, pero esto es devoción. En taekwondo, lo que no te pagan son los desplazamientos. Por ejemplo, si voy a Turín a un Europeo, desde que piso el aeropuerto, tengo cubierto el desplazamiento, el hotel y me pagan la jornada de arbitraje. Eso sí, el día de trabajo no excede de los 120 dólares e igual estás doce o catorce horas en el pabellón. Si lo comparas con los 90 minutos de un colegiado de fútbol… Hay muchos ceros de diferencia. Ojalá estuviera más equiparado, pero no sólo en el taekwondo. Creo que en cualquier deporte debería ser así. Debería existir un organismo para legislar eso y poner un baremo parecido.

¿Tiene la ilusión de arbitrar unos Juegos Olímpicos?

Llegar a ser internacional es el top de un árbitro. No hay nada más y te preguntas ¿ahora qué? Siempre apuntas al máximo y el máximo son los Juegos Olímpicos. Por eso me gustaría hacer ese camino que me lleve en cinco años a los Juegos de Los Ángeles. Lo voy a intentar porque, hasta el momento, me acompaña el físico y en 2028 tendría 55 años, que es un buen báremo para poder estar allí. Eso sí, ahora necesito apoyo financiero, que necesito buscarlo, ya sea privado o de un organismo público. El primer requisito que me piden es arbitrar un gran campeonato en cada continente. En Europa es sencillo, pero ya es más difícil a Asia, a África. Después hay un ránking arbitral, te convocan a seminarios, hay pruebas… Para mí es un pequeño camino porque llevo 35 años y esto son 5.

¿Cómo empezó  Conchi Martínez en el taekwondo?

Empecé tarde porque ya lo hice de adolescente. Vivía en Redondela y estudiaba en un colegio de Vigo y, por ello, no tenía mucho tiempo. Fue al terminar la EGB y, cuando empecé en el instituto, es cuando comencé. A los 14 años entré en Kung Fu. El gimnasio cerró en menos de un año, pero entraron otros dueños. Comenzaron con taekwondo y, como a mí me daba igual, que era cinturón blanco, me animé y hasta hoy. 

¿Por qué se metió a árbitra?

Me encantaba entrenar y me gustaba competir, pero en pleno torneo, no disfrutaba igual que cuando entrenaba. A día de hoy, hay psicólogos deportivos y demás, que pueden capear la ansiedad o el nerviosismo que genera un gran evento. Antes no había nada de eso. En mi caso, no era capaz de gestionar la ansiedad que me generaba salir a un tapiz. Vi en la figura del árbitro como a alguien muy próximo y a él no lo notaba ansioso. Fue por eso. Comencé como cronometrador, que está al lado del tapiz, y me gustó. Me aportaba algo que no me daba el combate y, poco a poco, me fui hacia ese campo. 

Es curioso, porque como árbitra tiene que mantener la calma en un deporte que es de mucha velocidad. 

Por eso nos hacen pasar pruebas físicas. No tenemos que correr un campo de fútbol, pero sí que tienes que controlar ese 8x8 de un tapiz. Igual tienes un peso en el que se mueven muy rápido y es necesario moverse en su línea para detectar cualquier fallo o trampa. Hay combates en los que acabas muy cansado. Debes ser rápido, estar con reflejos y no acercarte mucho porque puedes llevar un golpe. 

Y es un reglamento complejo. 

Mucho, muy extenso. Y con cada campeonato, están las famosas directrices que, con el covid, cambian a mucha velocidad. Igual de una semana a otra se modifican y tienes que aplicarlas. Y, en los últimos años, estas modificaciones fueron constantes y no todo el mundo las implantó e igual velocidad.

¿Tiene que viajar sola?

Tengo la gran suerte de tener como compañera a María Bautista, que también es de Vigo, y estuvo en los Juegos Paralímpicos. Es mi mentora, le agradezco todo lo que soy. Por suerte, los viajes son comunes, pero sé que me van a tocar los viajes en solitario a partir de ahora. Por ahora, soy como un polluelo con su mamá gallina, pero me va a tocar. Y tiene que ser así. 

En el taekwondo, cuando comenzó usted, supongo que mucha gente no había.  

Cuando empecé en Redondela era la única mujer. Era una excepción en un deporte de hombres y, por suerte, hoy no lo es tanto. Pero sí que tuve momentos difíles porque llegaba a un Campeonato de España y, por mucho que pudiera arbitrar en Galicia, no me conocían. Y para un jefe de pista, sacar a una mujer al centro del tapiz no era tan sencillo. Los primeros pasos fueron muy difíciles porque había muchos coreanos en este deporte, ya que lo introdujeron ellos. Y si te tocaba un jefe de pista, date por sentada. Era muy complicado que te sacara a un puesto de autoridad. Hasta un día que, cuando me tocaba a mí en el reparto, le iban a dar las tarjetas a un compañero. Fui y se las saqué de las manos. Le dije que no iba a hacer 1.200 kilómetros para estar de silla en silla y que, cuando me tocaba ir al centro, me enviase fuera. Al menos, tener las mismas oportunidades que un hombre. A partir de ahí, sí que me dejaron arbitrar. El coreano después me dijo: “eres muy buena y te quiero en las finales”. Pero, ¿por qué me haces esto?

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