Alberto González. Biólogo marino y escritor

Alberto González: “Me identifico más con un mar bravo que yo sufrí y disfruté”

Alberto González-Garcés, en el set de Atlántico.
photo_camera Alberto González-Garcés, en el set de Atlántico.

El ex director del Centro Oceanográfico de Vigo, Alberto González-Garcés, acaba de publicar el libro “Alta mar, mar aberta” (editorial Medulio), una autobiografía poética escrita en gallego en la que se sumerge en sus experiencias personales más íntimas, en las del biólogo marino en distintos lugares del mundo y en la que reflexiona sobre momentos clave de su vida. Es llamativo que se decida por la poesía un hombre que hasta ahora solo había escrito publicaciones científicas o biografías de investigadores marinos, pero se entiende mejor sabiendo que su padre, Miguel González Garcés, era poeta y que él creció rodeado de libros, de arte y de cultura. Además del Centro Oceanográfico, González-Garcés también fue director del Centro Tecnológico del Mar y participó en la redacción de la Política Pesquera Común. Su trabajo como investigador le llevó a navegar por el Atlántico, el Mediterráneo y el Pacífico. El día 31 de mayo presenta su primera obra poética en la Escola Municipal de Artes e Oficios (19:30 horas).

¿Qué le llevó a escribir poesía?

Viví toda mi vida rodeado de poesía. Mi padre era, para mí, un magnífico poeta, pero también amigos como Pepe Cáccamo, Xulio López Valcárcel o Xavier Seoane. Yo estaba dedicado a la investigación marina, pero al fin y al cabo la investigación marina, el mar y las circunstancias que lo rodean también es muy poético. Llegó un momento difícil, la pandemia, y dio tiempo a reflexionar y a pensar. Dediqué parte de mi tiempo a recordar cosas que viví y que sigo viviendo. Yo lo llamaba prosa entrecortada, no lo consideraba poesía.

¿Qué encontrará el lector?

Divido el libro en tres partes, una la dedico a la familia, otra al mar y otra al camino por la vida. Lo que pretendo es que el lector se encuentre a sí mismo y se pueda sentir reflejado en mis versos. Son vivencias que tiene todo el mundo y en las que hay de todo. En el mar es parecido, te puedes subir a un cantil y ver por un lado la placidez y por otro la terrible fuerza del mar.

 ¿Cómo es su relación con el mar?

Yo nací en casa, en una calle que se llamaba Pescadería y que estaba frente al mar. El mar lo llevo dentro, yo soy mar y siempre lo viví. Estudié biología y no es que lo tuviera decidido pero surgió la posibilidad de trabajar en la investigación marina, y me sentí feliz. Algunos poemas relatan experiencias en barcos de investigación en los que cogíamos peces, no para pescar, sino para marcarlos y devolverlos al mar. También sale un mundo marino medio real y medio irreal, porque el mar con sus bellezas y su inexorable brutalidad es también una representación de la vida.

¿Con qué se identifica más, con un mar bravo o en calma?

Con uno bravo.  Para mí es algo muy cercano, es lo que viví con la gente del mar. En Galicia tenemos un mar bravo, como esos cantiles de Donón y Costa da Vela, aunque la parte interior de las rías es tranquilo. El mar puede estar en calma y ser maravilloso, pero la mayor parte de las veces es complicado, es también la fuerza brutal de los elementos y hay que saber llevarlo para poder sobrevivir. Esas olas rompiendo contra el barco y soltando agua dentro. En las aguas de la plataforma continental gallega lo sufrí pero también lo disfruté.

¿Cómo definiría la Ría de Vigo? ¿Es más valioso lo que vemos o lo que no vemos?

Los dos, lo que vemos es un reflejo de lo que no se ve. En unos poemas intentos explicar el porqué de la riqueza de nuestras rías. Son esas aguas frías que vienen del fondo del mar, que llegan debido a los vientos que desplazan las aguas de superficie y permiten que las del fondo emerjan. Son las que producen riqueza, la cantidad de plancton que pueden comer las sardinas y otros peces pequeños, pero hay que pagar el precio, saber lo que tenemos y de donde viene.

¿El pescado es más rico aquí?

Claro, es de aguas frías que provienen del fondo. Sin despreciar a otros, es mucho más sabroso que el de aguas calientes. 

¿Sigue atento a la ciencia marina y a la política de Bruselas? Últimamente, está dando muchos quebraderos de cabeza.

Sí, lo sigo de una forma diferente. Ya no estoy en activo, pero sigo muy directamente la investigación y la política pesquera gallega, española y comunitaria. Siempre hubo grandes discrepancias entre el sector, los gestores y los investigadores. Es normal, cada uno tiene una visión del mundo marino un poco diferente y no hay más remedio que ponerse de acuerdo. Cualquier medida de protección de los recursos marinos supondrá menor posibilidad de pescas a corto plazo con la intención de tenerlas mejores a largo plazo, pero en ese corto plazo el sector sufre. Nosotros somos el pepito grillo que señalamos el problema y las soluciones, y esto a la larga mejora las capturas y la economía de los pescadores. A pesar de esto, creo que hay un equilibrio bastante aceptable entre las tres patas.

¿Qué opina del deterioro del Centro Oceanográfico de Vigo? ¿Qué debería ocurrir?

Yo soy un defensor de la ciencia y la investigación, y quien lo puede apoyar, que es la Administración del Estado, debería hacerlo. Cuando oigo que el Centro Oceanográfico tiene problemas sufro porque es puntero en investigación marina, no solo en España sino en Europa, y algo con esa fortaleza y con esos investigadores hay que protegerlo, hay que mimarlo, no podemos permitir su deterioro. Si hay un problema hay que poner los medios para solucionarlo. Una sociedad marina y pesquera como la nuestra no se puede permitir el lujo de no aprovechar al cien por cien las potencialidades que tiene en investigación marina.n

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