Araceli Menduiña: "Tener la opción de ir a unos Juegos, es todo un orgullo"

La canguesa Araceli Menduíña acudió al set de Atlántico.
photo_camera La canguesa Araceli Menduíña acudió al set de Atlántico.
Araceli Menduíña (Cangas, 54 años) se clasificó para los Juegos Paralímpicos de París en el pasado Mundial de Duisburg en la modalidad de KL3

Araceli Menduíña (Cangas, 54 años) se clasificó para los Juegos Paralímpicos de París en el pasado Mundial de Duisburg en la modalidad de KL3. A su edad, debutará en una cita de este nivel tras descubrir hace un año que la discapacidad que tiene en una pierna tras una fractura de tobillo de joven le permite entrar en esta categoría. Después de más de cuarenta años en el piragüismo y superados los cincuenta pasó a ser una deportista internacional de máximo nivel. “Ir a un Mundial y, el próximo año, poder ir a unos Juegos, es todo un orgullo”, reconoce la canguesa. 

 

 

A los 54 años será debutante en unos Juegos Paralímpicos, ¿cómo se llega a eso?

No es la trayectoria normal llegar a unos Juegos a mi edad, pero resultó así. Descubrí que pertenecía a la categoría de paracanoe hace un año y, a partir de ahí, comencé el camino. De joven, tuve una fractura fuerte en un tobillo, que me dejó inmovilizada la articulación. Llevo toda la vida practicando piragüismo, pero no sabía que podía entrar en una categoría de paratriatlón. El año pasado, en el Mundial de Ponte de Lima, cuando pasé la mesa de clasificación para asignarme la categoría, no entendían cómo podía llevar 40 años en este deporte si era la primera vez que pasaba las pruebas para ser paralímpica. Pero sí, llevo 40 años compitiendo con gente sin discapacidad.

Hacía descenso, pruebas maratón y, de pronto, se ve paleando a nivel internacional. 

Claro, yo competía para mantenerme en forma. La mejor manera de hacerlo es obligarse a entrenar. Para competir a nivel español, te obligas a asistir a las regatas y eso te hace trabajar para estar a buen nivel. En el último año, sí que me llegó algo que nunca pensé que podía pasar. Me seleccionaron para las regatas internacionales, entré en concentraciones, pude ir a un Mundial y, el próximo año, podré ir a unos Juegos Olímpicos. Es algo que no podía pensar. Para mí es todo un orgullo, lo es para mí, para mi familia y para mi club (Ría de Aldán). 

Un olímpico más del Ría de Aldán. 

En el club me hacían bromas hace más de un año porque Teresa Portela estaba en el proceso de clasificación y me decían: “Aún vas a ir tú también”. Y sí, me pude clasificar. Ella, aunque ahora no está en la entidad, es como sí siguiera porque es de casa. La verdad es que noté que a la gente le hizo mucha ilusión mi clasificación.

¿Cuándo comenzó en el piragüismo?

El Ría de Aldán creo que se fundó en 1978, más o menos, y yo entré en el 81. Lo fundó el padre del actual presidente y fue porque se trajo unas piraguas para que pudieran competir su hijo y los amigos de su hijo. Justo en el 81, trajeron a un entrenador de Pontevedra y comenzaron a llamar a niños para que pudieran entrenar. Y yo fui una de esas que empezó. Salieron muy buenos deportistas y espero que puedan salir más. Cuando se pone el listón tan alto, es complicado mantenerlo, pero sí que hay varias promesas ya que esperemos que lleguen al más alto nivel.

¿Cómo se organiza?

Este último año, al tener que preparar las regatas internaciones y formar parte de la selección española, tengo la opción de pedir días de permiso porque soy funcionaria. Utilicé esta posibilidad porque, si no, sería casi imposible. Ahora que volví al trabajo, sería muy difícil levantarme a las seis de la mañana, trabajar de siete a tres y llegar a Cangas y entrenar toda la tarde. Es un ritmo muy difícil de seguir porque, aunque tengo un trabajo de laboratorio, no es de oficina. Y tengo que ir de unos a otros e, incluso, los laboratorios están en difernetes pisos. Hay días en los que hago 8.000 pasos antes de salir. Aguantar eso y entrenar al máximo nivel para ir a unos Juegos es algo muy complicado de aguantar. No es entrenar para pasar el día, hay que exigirse mucho.

¿La exigencia es lo que más cambió?

Sí, pasé de entrenar como un hobby a que mi actividad principal del día es el piragüismo. Hay días en los que hago doble sesión de mañana y tarde. Además, el tiempo que no estás en los diferentes entrenamientos o estás comiendo o descansando. Casi no haces otras cosas.

En su círculo familiar, ¿cómo vivieron tener una deportista de alto nivel con más de cincuenta?

Imagino que para ellos también fue algo muy raro. Mi hijos ya están muy acostumbrados porque también hicieron piragüismo e, incluso, me acompañaban a regatas y era yo la que competía. Decían: “Vengo a ver a mi madre”. Ya estaban acostumbrados a una rutina así.

Se da la circunstancia de que usted hacía mucho piragüismo maratón, que hay un tramo de porteo, ¿cómo lo solventaba?

Hay el maratón corto, con solo dos porteos, que a mí me gusta mucho. Y también el largo. En el porteo, el que me veía correr, decía: “Araceli igual se hizo daño porque va cojeando”. Y no, cojeo porque el tobillo no me da para más. No dobla y, aunque caminando lo disimulo, corriendo ya no hay forma de hacerlo. Para correr necesitas apoyar toda la planta e impulsar y eso no soy capaz de hacerlo.

¿Perdía mucho en los porteos?

Ya competía solo en los veteranos, en sénior no me atrevía. Pero sí que hubo veces que gané la regata en el tramo de tierra y no en el agua. Aunque no soy rápida corriendo, sí soy ágil embarcando y desembarcando. En ocasiones, a los rivales les cuesta más o cometen un error ahí. Así pasó el año pasado en el Mundial de K2 veterano. Los que intentaron ganarnos en el último porteo aprovechándose de mi discapacidad en tierra fueron a embarcar y, con las prisas, se cayeron. Fue por querer sacar partido de las deficiencias de los demás.

Fue sexta en el Mundial en el que se clasificó para los Juegos. ¿Se ve con opciones de pelear por el podio en un año?

Las dos primeras están lejos y creo que prepararán París muy bien. Una porque gana todo y la segunda porque es francesa y, estando en casa, entrenará mucho para intentar coronarse en su tierra, que tiene que ser algo muy bonito. En las series del Mundial, competí con la alemana que fue tercera y en una serie en la que llegamos a la par. En la final, sí que ella demostró que tenía un punto más y fue tercera sin problema. Buscaré prepararme bien y, si todo sale bien, luchar por estar ahí. Ahora compito en 200 metros y el mínimo fallo de menos de un segundo te cuesta muchos puestos.

Pasa de hacer maratón a los 200 metros, ¿cómo lo llevó? 

Es la prueba más explosiva que hay. Llevo todo el año preparándome y me gusta, pero con más de cincuenta años, uno no espera mejorar mucho en velocidad. Aunque esta temporada, rascando y rascando, conseguí rebajar bastante mis tiempos hasta las series del Mundial, en las que hice mi mejor registro. Cambié muchas cosas del entrenamiento porque, al centrarte en una distancia tan específica, tienes que modificar todo, la técnica y los entrenamientos, para esa prueba. En un club, vas a un 5.000, a un maratón o lo que surja. No te centras tanto en corregir la técnica o ir a todos los detalles, que sí lo haces en una distancia tan corta como el 200 y cuando quieres ir a unos Juegos.

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