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Un vigués perdió 1,5 millones atrapado en productos de un banco portugués

Javier Arteta ante la sede de Novo Banco en la viguesa calle del Príncipe, donde antes estaba el Banco Espirito Santo.
photo_camera Javier Arteta ante la sede de Novo Banco en la viguesa calle del Príncipe, donde antes estaba el Banco Espirito Santo.
Invirtió en plena crisis confiando en un directivo de la entidad en Vigo pero cada vez desaparecía más dinero hasta llegar a perder su casa. Una sentencia obliga al banco a devolverle 600.000 euros y el supremo elevó una consulta al tribunal de la UE sobre estos casos.

La historia de Javier Arteta puede parecer familiar, le pasó a muchas personas que durante la crisis cayeron en manos de personas que les vendieron productos financieros que no entendían y que les llevaron a la ruina. En este caso ha perdido hasta su casa por una inversión, aunque los juzgados han empezado a dictar sentencias a su favor. Cuándo le devolverán su dinero es otra historia.

Su calvario empezó en 2007, cuando estalló la crisis. La familia de Javier Arteta vendió un solar en Vigo y cada hermano se llevó una elevada suma. Ese dinero ha provocado su ruina. Todos decidieron llevar su dinero al Banco Espirito Santo, concretamente a la oficina de la calle del Príncipe, porque allí tenían una persona de confianza que era apoderado y que les ofreció una serie de productos “buenos y sin riesgos”, explica Javier Arteta recordando como fueron esos primeros momentos. “Pregunté si el principal estaba garantizado y me dijo que sí, cómo iba a desconfiar si era una persona de confianza de mi familia en un barco de primer orden en Europa”, precisa con un sentimiento entre la rabia y la impotencia de una persona que se siente engañada y que considera que los mecanismos de control no funcionaron.
Con el tiempo se enteraron de que lo que les habían vendido eran productos a través de seguros de vida, a una persona que entonces tenía 35 años, y el beneficiario era el banco, además de cobrarles enormes comisiones. Cuando se dieron cuenta de la situación en la que estaban, que eran productos referenciados tanto a la bolsa española como a otras extranjeras, ya habían perdido todo y entonces fueron al juzgado. “Era como jugar a los dados”, señala Javier Arteta, que vio como se evaporaba 1,5 millones. Explica que se encargó un informe pericial que concluyó que ese tipo de productos en los años de la crisis perdieron dinero en 27 de cada 28 casos.
“Conforme van venciendo los productos van perdiendo dinero y el banco empieza a colocarles créditos para seguir vendiéndoles productos por la misma cuantía, eran créditos personales e incluso hipotecarios sobre su vivienda, pignorando (dejando en prenda) sus propiedades”, explica su abogado Tomás Santodomingo. Esta espiral de deudas termina en la ruina total.
Al principio intentan negociar con el banco para buscar una solución y llegan a un acuerdo inicial incluso con las medidas que se iban a tomar para restituir el dinero a sus dueños en 2011. Sin embargo, y de forma sorpresiva, se corta toda comunicación. Nadie coge el teléfono en el banco y en ese momento el Banco Espirito Santo es intervenido por el Banco de Portugal naciendo Novo Banco.
Tomás Santodomingo señala que a partir de ese momento el Banco de Portugal publicó varias circulares sobre los productos de los que sí respondía y pasaban a Novo Banco y de los que no. En España empieza a haber reclamaciones y a medida que se producen sentencia el Banco de Portugal va cambiando la norma e incluyendo esos productos en la lista de los que no estaban en Novo Banco.

el primer juicio, ganado
Javier Arteta ha ganado ya un juicio a Novo Banco gracias a sus amigos y abogados Tomás Santodomingo y Pablo Viana “que no me cobran, si no no podría ni defenderme” dada su situación de precariedad económica. En la sentencia se obliga a la entidad a devolverle 632.434,07 euros más los intereses desde la fecha de la demanda y obliga al banco a depositar de forma cautelar 907.488,86 euros hasta que la sentencia sea firme.
La sentencia es muy clara en cuanto a la mala práctica bancaria, porque que el producto se vendió sin información, no figuraba el folleto de venta en la CNMV y Javier Arteta es un ahorrador sin formación para entender este tipo de productos estructurados. Así, la sentencia señala que “se asesoró al cliente para adoptar la forma de seguro, con una cuantiosa comisión, cuando no era adecuado”. Dice también que “el contrato firmado no prestaba información suficiente para conocer las obligaciones de las partes” y la que daba era “de forma poco entendible”, hasta el punto de que “la complejidad del funcionamiento del producto requiere una prueba pericial para su comprensión” y hasta la CNMV declaró que “no hay un folleto informativo aprobado”.
En cuanto al perfil del cliente, la sentencia precisa que “no tiene estudios financieros” y su calificación es de “minorista, aunque disponía de un capital importante para su inversión”.
Concluye que “hubo una muy defectuosa información de las características y riesgos del producto adecuadas a las características del cliente, pues este, aunque con alguna experiencia, era minorista y sin experiencia previa informada significativa”, además de que considera el contrato difícil hasta para inversores institucionales, del que ni siquiera se había publicado folleto informativo. Así que “hay un incumplimiento del deber de asesoramiento que llevó al actor a contratar un producto arriesgado y fue la causa de las consiguientes pérdidas”. n

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