Cuenta de resultados

Un pacto salarial ajeno a la productividad

Manifestación del Primero de Mayo en Vigo.
photo_camera Manifestación del Primero de Mayo en Vigo.
España sigue sin introducir reglas salariales vinculadas a los beneficios y a la productividad de las empresas, algo habitual en otros países del entorno europeo, del mismo modo que en Estados Unidos.

La patronal y los dos grandes sindicatos, UGT y CC OO, tienen ya un preacuerdo para una subida de salarios de un 4% este año y de un 3% en 2024 y 2025, al que incorporarán una cláusula de revisión con alzas de hasta el 1% adicional si la inflación rebasa tales incrementos.

UGT, CC OO y la CEOE recomiendan a las empresas que las retribuciones crezcan para compensar la pérdida de poder adquisitivo, conscientes de que España es uno de los países desarrollados donde los salarios reales más cayeron por la inflación. El retroceso fue del 5,3% en 2022, el noveno más alto entre los 38 miembros de la OCDE, según el informe TaxingWages.

Es, sin duda, una noticia positiva para la clase trabajadora y también para el Gobierno, al que la paz social le aporta un bálsamo en pleno ciclo electoral. ¿Sin ningún pero? Tanto no. Al menos hay una cosa importante escondida bajo la alfombra: unos y otros se están olvidando de la productividad.

Como observa Adrián Todolí Signes, profesor titular de Derecho del Trabajode la Universidad de Valencia, España sigue sin introducir reglas salariales vinculadas a los beneficios y a la productividad de las empresas, algo habitual en otros países del entorno europeo, del mismo modo que en EE UU.En esta negociación, CCOO propuso pactar aumentos salariales vinculados a los márgenes empresariales y fue la patronal la que declinó la oferta.

Si bien se trata de un acuerdo, cuya ratificación definitiva se hará cuando así lo decidan los máximos órganos de gobierno de los agentes sociales, no parece que ese trámite vaya a cambiar el curso del Amazonas.Quedará así para mejor ocasión un verdadero pacto de rentas, a sabiendas de que, en ausencia decambios de fondo en el modelo productivo, con más industria y un pacto de rentas ligado a la productividad, el castillo de naipes podría venirse abajo. A diferencia de un pacto salarial, un pacto de rentas incluye un repartodel coste de la inflación de forma equitativa con el objetivo de frenar la subida de precios, de modo que los empresarios renuncien a una parte de sus beneficios y los trabajadores a un excesivo aumento de los sueldos. 

El Gobierno de coalición fracasó en su intento de promover un pacto de rentas, pero al menos podrá beneficiarse de este acuerdo más limitado. Se ve que las amenazas de movilizaciones y huelgas por parte de los sindicatos pesaron más en la CEOE que la presión del PP, de modo que la patronal finalmente decidió pactar y alejar el fantasma de la conflictividad en un momento de bonanza para las empresas, con beneficios récord en muchos sectores.

Aunque con carencias, el pacto salarial es una herramienta esencial para garantizar una economía sana, impulsar el consumo y promover el bienestar. 

De hecho, cuando las empresas y los sindicatos llegan a un acuerdo, se reduce la incertidumbre y la volatilidad en el mercado laboral. Los trabajadores tienen una idea clara de lo que pueden esperar en términos de ingresos, lo que les permite planificar mejor sus finanzas y tomar decisiones de consumo más informadas. 

Al mismo tiempo, las empresas tienen una mejor idea de sus costes laborales, lo que les ayuda a presupuestar de manera más efectiva. El pacto salarial puede tener así un impacto positivo en el consumo, ya que con sueldos estables los trabajadores tienen más dinero disponible para gastar en bienes y servicios.

@J_L_Gomez

Te puede interesar