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Air Europa puede estar marcando el camino

Un avión de la flota de Aire Europa.
photo_camera Un avión de la flota de Aire Europa.
Las grandes potencias económicas no demonizan las intervenciones del sector público en sus empresas estratégicas, pero suelen hacerlo con transparencia y cumpliendo a rajatabla todas las formalidades. 
El Consejo de Ministros aprobó una inyección de 475 millones de euros de dinero público en Air Europa, la filial del grupo Globalia pendiente de una operación de compra por Iberia por valor de 1.000 millones y aplazada por la pandemia, a pesar de haberse anunciado hace ya un año. La medida, como todo, es criticable, pero no por ello deja de ser una decisión necesaria en estos momentos, que el Gobierno debe acompañar ahora de la debida transparencia, como hacen otros ejecutivos europeos que adoptaron medidas similares, con miles de millones en juego, y no solo cientos.
Todos los países democráticos desarrollados adoptan decisiones de este tipo, sin demonizar medidas así ni sentirse por ello cautivos de dogmas socialistas. EE UU, que es la cuna de las libertades económicas, también interviene cuando lo considera necesario; bastaría el ejemplo de la nacionalización transitoria de la General Motors para acallar a los talibanes del ultraliberalismo. Incluso sin salir del sector aeronáutico, ahí están las recientes intervenciones de Alemania y Francia en Lufthansa y Air France.
Ya lo dijo hace tiempo el ex canciller alemán Willy Brandt: debe haber tanta competencia como sea posible y tanta intervención como sea necesaria. Aunque Willy Brandt era un socialdemócrata de referencia no solo en Alemania, sino también en toda Europa, su filosofía es secundada por gobernantes democristianos como Angela Merkel o socioliberales como Emmanuel Macron. Prima en todos ellos el sentido común y el afán por proteger empresas en crisis coyunturales, como la actual, que volverán a ser tan necesarias como rentables. 
Al Gobierno de España no hay que reprocharle, por tanto, que adopte medidas similares a las de sus socios europeos, sino más bien exigirle que lo haga con transparencia y cumpliendo todas las formalidades del nuevo fondo de solvencia, orientado precisamente a prestar ayuda a empresas estratégicas que se han venido abajo debido a la crisis económica derivada del coronavirus.
Un problema añadido que tiene España es la precaria situación de sus finanzas públicas, que llegaron a esta crisis con problemas que no tienen otros países, como Alemania. Sin apenas deuda ni déficit público, la canciller Merkel puede ordenar ahora la movilización de cuantiosos recursos sin poner en riesgo su estabilidad macroeconómica. España, en cambio, tiene dificultades para seguir su estela, con la deuda pública desbordada y el déficit en niveles insostenibles.
Otra clave importante está en las recapitalizaciones de las empresas en dificultades: no es lo mismo avalar que recapitalizar. El catedrático de economía Fernando González Laxe suele ser crítico con ciertas malas prácticas que se vienen dando desde hace tiempo y abandera la sustitución de las subvenciones por las participaciones en las empresas beneficiarias, una medida especialmente importante en el caso de multinacionales que pretendan deslocalizarse, ya que si el sector público está en sus consejos podrá presionar mejor para evitar fugas como algunas que están ahora mismo en danza.
No se trata, pues, de mirar solo a Air Europa, ya que esta crisis tiene tal calado que, por desgracia, puede exigir medidas similares en más compañías que operan en sectores estratégicos. Países como EE UU y Holanda demostraron en la anterior crisis que el sector público puede obtener beneficios de las nacionalizaciones. 
@J_L_Gomez

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