CELTA 3-1 GRANADA

Triunfo del riesgo y de la calidad

Iago Aspas llevó al Celta a su segunda victoria de la temporada, ante el Granada, aunque no marcó.
photo_camera Iago Aspas llevó al Celta a su segunda victoria de la temporada, ante el Granada, aunque no marcó.
Coudet logra ante el Granada (3-1) la primera victoria, segunda de la temporada, con un gran Iago Aspas como referente absoluto    Págs. 15-21

La noticia es que el Celta ganó. Lo importante es cómo jugó. Lo trascendente es Iago Aspas. No ganaba el equipo vigués desde hace ocho partidos. Jugó con grandes minutos de fútbol siguiendo la apuesta atrevida de Eduardo Coudet. Y se subió, una vez más, a lomos del genio de Moaña, una vez más admirable y decisivo.

El Celta tiene un jarrón chino. Precioso, fino y armonioso incluso vacío de goles. Una especie futbolística a proteger y a potenciar. Una idea que siempre ha estado ahí, cubierta de tácticas, miedos y frío. Eduardo Coudet, como otros entrenadores antes, quiere destaparlo, sacarle el polvo, lucirlo para que brille. Pero es frágil y necesita de un armazón que lo proteja, que le dé la suficiente tranquilidad como para no quebrarse. En el riesgo está la emoción y la belleza, pero no siempre la efectividad. Tiene el peligro de hacer de ti un bonito cadáver.

Sufre el conjunto vigués exigencias clasificatorias que invitan a despreciar el cómo para magnificar el qué. Pero la llegada de un nuevo entrenador concede una especie de tregua y el Celta de Eduardo Coudet quiso aprovecharla. Sería contraproducente para el discurso de osadía del argentino que hubiese deshecho su línea de tres mediapuntas por dentro. La mantuvo y esos tres futbolistas –Nolito, Denis y Brais–, con el apoyo perenne de Iago Aspas, definieron el fútbol a ejecutar: posesión, velocidad combinativa, aperturas a banda para matar con los centros, llegada al área con muchos y arrebato defensivo en presión alta si hay pérdida. Una apuesta que fomenta el espectáculo, que incendia los ánimos y que recupera ilusiones. Y que exige, eso sí, un despliegue físico enorme. La idea destapa la calidad de los futbolistas de ataque, pero pone en peligro a los de defensa. Licencia poética. Osadía de jugar a marcar más goles que el rival, que es la base de este juego.

La gran mayoría del tiempo, se jugó el partido que había pensado el Celta. El equipo vigués tuvo el balón y disfrutó con él. Creó ocasiones pero erró en el remate ante un Rui Silva, guardameta rival, más que correcto. No se sufría atrás y se pasaba bien delante. Pero el Granada sabe latín. Diego Martínez ha construido un equipo que juega por instinto en lo táctico que es lo más complicado de hacer. Sus jugadores no cumplen órdenes, siguen su voz interior, la adquirida entrenando. La voz debida a Diego Martínez, el entrenador vigués que ha levantado un espectacular edificio futbolístico en Granada. Esta temporada se pone a prueba sus cimientos con la doble exigencia europea/liguera y ayer le faltó chispa en Balaídos. El oficio es necesario, pero no suficiente.

Ese oficio que demostró el bloque granadino a los 24 minutos para aprovechar con premura y precisión una pérdida céltica en el centro del campo. Luis Milla dibujó un pase largo para Luis Suárez lo pelease ganando en el cuerpeo a Tapia, que había cubierto las espaldas de Murillo para que éste saliese expeditivo al despeje. El delantero colombiano ganó el duelo y picó sobre la salida de Rubén para adelantar a los visitantes. Todo para nada.

Lo mejor para evitar los malos recuerdos fue marcar enseguida. Y hacerlo no de rebote, sino siendo fruto de una jugada hilvanada desde campo propio, con pared en el centro del campo y apertura de Aspas para que Olaza centrase  y Nolito remachase. Era lo justo. Y era lo necesario para reconstruirse. 

El ímpetu se mantuvo hasta que se frenó para guardar fuerzas. Y ahí el Granada tiró de resortes y de calidad. Es un equipo que sabe dónde pica y va de cabeza a los puntos débiles. Notó falta de claridad en el toque celeste y generó dos grandes ocasiones tras pérdidas celestes. Pudo marcar pero, en esta ocasión, el fútbol quiso darle otra oportunidad a la apuesta céltica.
No hiló tan fino el Celta en la segunda mitad, pero siguió acumulando méritos. Porque cierto es que perdió gran parte del vértigo pero, tal vez por eso, también se encontró más cómodo en defensa, sin sufrir sustos reseñables. Era una etapa de acumular más saques de esquina a favor que oportunidades.

Hacía falta un empuje y Coudet tiró de Baeza y Okay para darlo. Pero quien iba a resultar decisivo era Iago Aspas. El moañés, divirtiéndose desde el primer minuto, ejerció ayer de asistente. Creó el segundo gol de una acción personal dentro del área, rematada por Baeza y aclaró la acción del segundo, con pase hacia el remate de Beltrán. En cuestión de cuatro minutos, dos goles y una victoria. Que se paladea como un manjar extraño por estos lares. Hay intención y hay maneras.

Celta:
Rubén Blanco; Hugo Mallo, Araujo, Murillo, Olaza; Tapia; Brais Méndez (Aidoo, min. 92), Denis Suárez (Okay, min. 74), Nolito (Baeza, min. 74); Santi Mina (Beltrán, min. 83), Aspas
Granada CF:
Rui Silva; Foulquier (Quini, min.75), Vallejo (Soro, min. 82), Germán Sánchez, Duarte, Neva; Herrera (Gonalons, min. 59), Milla; Luis Suárez (Soldado. min. 60), Machís, Molina (Puertas, min. 46)
Goles:
0-1, m.24: Luis Suárez; 1-1, m.26: Nolito; 2-1, m.80: Baeza; 3-1, m.85: Beltrán.
Árbitro:
Díaz De Mera (colegio castellano manchego). Expulsó al jugador del Celta Okay (min. 97). Amonestó por parte del Celta a Murillo (min. 20), Tapia (min. 45), Olaza (min. 92) y Hugo Mallo (min. 95); y a Foulquier (min. 52), el entrenador Diego Martínez (min. 72) y Soldado (min. 95), del Granada.
Incidencias:
Encuentro disputado en el estadio Balaídos sin público. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Diego Armando Maradona.

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