El Celta sigue jugando con fuego

Iago Aspas, rodeado de rivales del Betis durante el partido de ayer en Balaídos, en el que el Celta no pudo con los sevillanos.
photo_camera Iago Aspas, rodeado de rivales del Betis durante el partido de ayer en Balaídos, en el que el Celta no pudo con los sevillanos.
No pasó del empate en Balaídos con el Betis (1-1) en otro mal partido que desaprovechó para dar un paso importante hacia la salvación: está a seis puntos del descenso a falta de cuatro encuentros 

Conviene que lo que resta de temporada sea como sacarse una tirita. Un pinchazo de dolor agudo, pero rápido y sin repercusiones más allá. El Celta, asido al vaivén emocional, dio ayer otro motivo para preocuparse, pese a que sigue con un colchón de seis puntos sobre el descenso. Jugó de inicio, marcó gracias a Nolito y después se fue. El Betis empató pero hasta debió ganar. Que sea rápido.
Todo se basa en ver lo que los demás no ven. En imaginar lo que otros no sospechan. Porque pese al corsé táctico y a la horma anímica de los partidos cuando la temporada va terminando y la permanencia todavía no está en la mano, todavía hay pequeños huecos por los que se filtra la genialidad. Y se agradece horrores cuando todo lo que rodea a ese relámpago es rutinario y cansino. Por eso las pupilas de los televidentes del duelo de ayer entre Celta y Betis sólo rescataron de la ceguera en la primera parte el gol de falta de Manuel Agudo 'Nolito'. Un tanto de gran mérito y de gran demérito. Del gaditano por ver lo que portero y defensores no vieron y por ajustar el balón con certeza a ese camino dibujado. Y del meta visitante, Joel, por partida triple: por equivocarse en la salida de balón para que Aspas robase y Álex Moreno tuviese que cometer falta, por no colocar bien la escasa barrera de dos jugadores y por no llegar a cubrir el palo. Un baño de imaginación.
La presencia de Nolito fue, precisamente, la gran novedad en el once celeste, al que regresaban en el centro del campo Okay Yokuslu y Fran Beltrán. La idea era la misma de las últimas jornadas: 4-3-3 con presión alta y juego combinativo. La ejecución se centró en la banda izquierda local, con Olaza y Nolito muy activos y coleccionando apariciones duales o individuales para el inicio de juego. Y, claro está, si por un lado se gestaba, por el otro se debía finalizar. Ese paso definitivo faltó, salvo en una buena subida de Kevin, que recibió de Nolito y centró atrás para el remate desviado de Beltrán, tan dinámico como siempre.
Enfrente había un Betis hueco. Si repiqueteas sobre el equipo sevillano, apenas percibes vacío bajo la piel. La temporada se le está haciendo demasiado larga a un conjunto sumido en problemas intestinales. De esos que no te matan pero te dejan mal cuerpo. Con calidad escondida detrás de un muro de indiferencia.
Tal equilibrio desequilibrado se rompió con la mentada falta. Con la delicadeza de la bota derecha de Nolito para encontrar la cepa el poste izquierdo de la meta bética.
La cuestión es que el gol recibido hirió en el orgullo al Betis, que hasta entonces no sangraba. Y el tanto marcado amodorró al Celta, que se fue metamorfoseando en su rival. Una transferencia entre los dos protagonistas del encuentro que se fue forjando en la recta final de la primera parte y que se volvió piedra en toda la segunda.
Porque al equipo vigués le dio un aire. Se olvidó de todo lo que tenía que hacer menos de correr detrás de los rivales. Porque el Betis se hizo con el balón y, lo que es mucho más grave, con el partido. Sin hacer un juego de gran calidad, logró situarse en un plano superior a un bloque local que era incapaz de dar dos pases seguidos y que tartamudeaba más que jugaba. Como si todos los temores se agigantasen a la vez y bloqueasen la capacidad de raciocinio de los célticos.
Ya ninguno de los locales brillaba con balón porque no lo tenía. Los delanteros se afanaban en defender, Okay actuaba casi como tercer central y el desenlace estaba sólo a la espera de lo que propusiese un Betis que, visto que le dejaban tomar la iniciativa, trataba de recordar tiempos mejores y de encontrar la finura de Canales para definir. De hecho, aparecieron Joaquín y Tello sobre el césped para intentar morder, aunque sea  con una dentadura mellada.
El Celta estaba a merced del rival. Con las únicas armas de sudar y rezar. Los ruegos surtieron efecto cuando el vídeo arbitraje anuló la decisión inicial del árbitro de pitar penalti por una falta de Rafinha a Guardado dentro del área. Al parecer, el VAR dedujo que el celeste tocó balón. Tiene buena vista.
El susto no sirvió para que el conjunto vigués espabilase. Lo intentó menear el técnico celeste, Óscar García Junyent, variando su ataque con Toro Fernández y Mina por Aspas y Nolito. Pero su decisión llegó justo antes de un saque de esquina que los vigueses defendieron con la mirada. Feddal remachó el empate.
Por quedar, quedaba tiempo. Pero las sensaciones invitaban más a temer la remontada visitante que la reacción local. Lo cierto es que no se dio ni una ni otra. Sí un partido mediocre, acalorado, aburrido y preocupante. Quedan seis puntos de margen sobre el descenso a falta de doce.

Celta:
Rubén Blanco; Kevin Vázquez (Hugo Mallo, min.61), Jeison Murillo, Néstor Araujo, Lucas Olaza; Fran Beltrán (Filip Bradaric, min.76), Okay Yokuslu, Rafinha Alcántara; Iago Aspas (Santi Mina, min.76),Fiodor  Smolov (Brais Méndez, min.53), Manuel Agudo 'Nolito' (Gabriel 'Toro' Fernández, min.76). 
Betis:
Joel Robles; Emerson, Feddal, Mandi, Alex Moreno (Pedraza, min.53); Guardado, Guido Rodríguez: Aleñá (Tello, min.56), Canales, Juanmi (Joaquín, min.56); Loren (Borja Iglesias, min.91). 
Goles:
1-0, min.21: Nolito; 1-1, min.78: Feddal. 
Árbitro:
González Fuertes (colegio asturiano). Amonestó a Kevin Vázquez, Aspas, Okay, Bradaric y Araujo por parte del Celta, y a Álex Moreno, Mandi, Tello, Canales y al entrenador Alexis por parte del Betis. 
Incidencias:
Partido disputado en el estadio Balaídos.

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