O Inferno y Boinas Vermellas ofrecieron deportividad y pasión
Sí, sí, hubo fiesta, tamborilada, música a capela, emoción, incertidumbre, vuelcos en el marcador, un carro de penaltis (nueve contra el Guardés), exclusiones y toda la salsa de un choque de rivalidad. Pero también dos aficiones comprometidas con el espectáculo, cada una en un extremo de la grada, que se dejaron el alma en el partido.
Hubo recibimiento a la peña O Inferno, que ya llegaba a media mañana, foto de familia y atención del propio presidente del BM. Porriño, Abel Estévez, a los peñistas. Y durante el partido, entrega total a los colores de cada cual en un ambiente de deportividad. "Ojalá hubiera un derbi todas la semanas", sostenía el mandatario porriñés, "muy orgulloso de nuestras jugadoras; esta es la línea".
El Centro Polideportivo Municipal de O Porriño, de mediados de la década de 1980 como A Sangriña, nada tiene que ver con el "hangar" guardés. Con los fondos semicubiertos por lonas publicitarias, más de un millar de espectadores se citaron en un pabellón que no escapa de algún pero (otro marcador electrónico, por ejemplo), y en cuyo palco de autoridades se reunieron el secretario xeral para o Deporte, José Ramón Lete, el presidente de la Federación Gallega de Balonmán, Bruno López, miembros de la Corporación porriñesa y el alcalde de A Guarda, Antonio Lomba, extrañamente ubicado en la segunda fila del palco. El presidente del Mecalia, José Manuel Silva, prefirió sufrir desde la grada.
El balonmano autonómico dijo presente y el himno gallego unió a toda la afición. "Espero que esto dure muchos años", pide Estévez. Pero también ofreció imágenes curiosas cuando la Española aprieta a los clubes para que se avance al pleno profesionalismo: el presidente del BM. Porriño, Abel Estévez, salía del palco en el primer periodo para entregar petos a los fotógrafos, en el descanso explicaba al concursante desde dónde tenía que realizar el lanzamiento y después tomaba fotos con el móvil de los ganadores de los sorteos con el cartel de Conservas Orbe. Presidente laborioso y pluriempleado para que el balonmano crezca. Porque no es oro todo lo que reluce, no. n
Hubo recibimiento a la peña O Inferno, que ya llegaba a media mañana, foto de familia y atención del propio presidente del BM. Porriño, Abel Estévez, a los peñistas. Y durante el partido, entrega total a los colores de cada cual en un ambiente de deportividad. "Ojalá hubiera un derbi todas la semanas", sostenía el mandatario porriñés, "muy orgulloso de nuestras jugadoras; esta es la línea".
El Centro Polideportivo Municipal de O Porriño, de mediados de la década de 1980 como A Sangriña, nada tiene que ver con el "hangar" guardés. Con los fondos semicubiertos por lonas publicitarias, más de un millar de espectadores se citaron en un pabellón que no escapa de algún pero (otro marcador electrónico, por ejemplo), y en cuyo palco de autoridades se reunieron el secretario xeral para o Deporte, José Ramón Lete, el presidente de la Federación Gallega de Balonmán, Bruno López, miembros de la Corporación porriñesa y el alcalde de A Guarda, Antonio Lomba, extrañamente ubicado en la segunda fila del palco. El presidente del Mecalia, José Manuel Silva, prefirió sufrir desde la grada.
El balonmano autonómico dijo presente y el himno gallego unió a toda la afición. "Espero que esto dure muchos años", pide Estévez. Pero también ofreció imágenes curiosas cuando la Española aprieta a los clubes para que se avance al pleno profesionalismo: el presidente del BM. Porriño, Abel Estévez, salía del palco en el primer periodo para entregar petos a los fotógrafos, en el descanso explicaba al concursante desde dónde tenía que realizar el lanzamiento y después tomaba fotos con el móvil de los ganadores de los sorteos con el cartel de Conservas Orbe. Presidente laborioso y pluriempleado para que el balonmano crezca. Porque no es oro todo lo que reluce, no. n
