CELTA

El serio peligro de la involución

Santi Mina se fajó ayer con los defensas del Leganés y dispuso de dos remates, uno con el pie y otro con la cabeza, que se acercaron al gol.
photo_camera Santi Mina se fajó ayer con los defensas del Leganés y dispuso de dos remates, uno con el pie y otro con la cabeza, que se acercaron al gol.
Derrota en Leganés (3-2)  y paso atrás en la recuperación con un pésimo partido

Cuando estás en la casi nada y empiezas a sacar la cabeza un nuevo riesgo aparece en el horizonte: involucionar. El Celta lo hizo ayer a zancadas de gigante, con zafiedad incluso, no sólo retornando a un estado futbolístico negativo, sino empeorando lo vivido con anterioridad. El equipo celeste cayó goleado con todo merecimiento en Butarque, en el campo de un colista que hasta ayer sólo había ganado otro encuentro en lo que va de Liga. Se perdió la oportunidad de salir del descenso, pero lo peor es cómo se perdió. Porque, en lo clasificatorio, un triunfo el próximo domingo ante el Mallorca te permitiría dejar las tres últimas plazas. Pero en cuanto a juego, el bloque vigués dio ayer una enormidad de pasos atrás. Óscar García Junyent, tras su cuarto encuentro al mando, ya sabe que la enfermedad que vino a curar sigue vigente. Y arrecia.
Dice el preparador de Sabadell que no gusta de repetir once ni de atarse a un  sistema. Lo demostró con un equipo inicial en el que aparecieron Okay Yokuslu –seis partidos después, en el lugar de Stanislav Lobotka– y Rafinha Alcántara 
–por Pione Sisto, aunque para jugar en el centro del campo, dejando la banda para Denis Suárez–. Con un 4-3-3 de base, el Celta amagó de inicio con tener el balón. Nada. Un engaño. La energía era toda local, salvo en el caso del céltico Pape Cheikh, el único que pretendió igualar la intensidad de los locales. A los 11 minutos, el Leganés ya pudo marcar en un rebote en Aidoo que se fue al larguero. Fue el preludio de una falta sin necesidad de Rafinha al borde del área que aprovechó el canterano madridista Óscar para marcar un gran gol de disparo directo.
El tanto no reanimó al enfermo celeste. Al contrario, lo hundió en su indefinición. No aparecía el centro del campo –Okay, desaparecido; Rafinha, desacertado– y sin él no aparecían los atacantes. Sólo proponía el Leganés, que pudo marcar el segundo enseguida en un cabezazo de Kevin tras resbalón de Olaza que sacó Rubén.
El partido era simple y llanamente lo que proponía el conjunto local, con un bloque vigués a su merced. Aunque de la nada salió una buena combinación con centro desde la banda de Aspas y remate forzado de Mina en el corazón del área. Fue poco antes de que Denis –indiferente para el juego del equipo– se tuviera que retirar del campo por lesión dando entrada a Pione Sisto. Un cambio que, a su vez, fue el inmediato precedente del segundo gol local, con un balón demasiado libre al borde del área para que Óscar probase de nuevo suerte. Su potente disparo no fue cazado por Rubén, que regresaba al once tras dos partidos fuera.
La mente retrotraía imágenes de esta misma temporada. Incluso, con el paso del tiempo, los mismos errores parecen más groseros. El equipo carecía de respuesta futbolística y anímica. El pesimismo invitaba a pensar que, realmente, nada había cambiado.
Lógicamente, Óscar García Junyent reconoció la necesidad de remover a su equipo. Lo hizo cambiando nombres y disposición. Sacó del campo al capitán Hugo Mallo para meter a Toro Fernández, pasando a una defensa de tres centrales –Aidoo, Araujo y Olaza– y dos carrileros un tanto atípicos –Pape por la derecha y Pione por la izquierda–. Y el resto, por el corazón del campo tratando de proveer de balones a los tres goleadores presentes sobre el césped. Una apuesta netamente ofensiva que tampoco dio frutos ante un Leganés que se encontraba cómodo replegando líneas y haciendo de la inteligencia táctica su mayor valor.
De hecho, antes de que se cumpliesen los diez minutos de la reanudación, los locales volvieron a mostrarse mucho más resolutivos. Rubén evitó el gol en la primera acometida, pero la acción continuó para que Kevin lograse otro gran tanto desde fuera del área, en este caso con un zurdazo raseante ajustado al palo.
El Celta era ya un equipo desnortado, superado, deprimido. Pero tenía enfrente al colista, al que comenzó a asustar la posibilidad de ganar. Sobre todo cuando, en una acción a balón parado bien sacada por Pione, bien cabeceada en el segundo palo por Toro y bien rematada por Araujo supuso el primer gol celeste. Restaba media hora.
Apareció Brais sobre el campo para, entre él y Pîone, revolucionar el juego por dentro. La complicada empresa de empatar pareció tornarse imposible cuando Toro Fernández fue expulsado. Pero a Aspas todavía le quedaba la genialidad del 3-2. El Leganés se asustó y el Celta creyó. Pero no se había merecido el punto y no lo tuvo. Una semana más en descenso. Y mucho sobre lo que reflexionar.

Leganés:
Cuéllar; Bustinza, Tarín, Awaziem, Jonathan Silva, Rodrigues; Rubén Pérez, Óscar Rodríguez, Recio (Roque Mesa, M.37); Braithwaite (Carrillo, M.74) y En-Nesyri.
Celta:
Rubén Blanco; Hugo Mallo (Gabriel 'Toro' Fernández, m.46),Joseph  Aidoo, Néstor Araujo, Lucas Olaza; Pape Cheikh, Okay Yokuslu, Rafinha Alcántara (Brais Méndez, M.64);   Santi Mina, Iago Aspas, Denis Suárez (Pione Sisto, m.37).
Goles:
1-0, m.15: Óscar Rodríguez; 2-0, m.39: Óscar Rodríguez; 3-0, m.54: Kevin Rodrigues; 3-1, m.63: Néstor Araujo; 3-2, m.80: Iago Aspas.
Árbitro:
Sánchez Martínez (comité murciano). Amonestó a  Recio (m.4), Rubén Pérez (m.42), Tarín (m.48), Yokuslu (m.30), Hugo Mallo (m.90) y Sergio Álvarez (m.90). Expulsó por doble amarilla a Toro Fernández (m.48 y m.70).
Incidencias:
Partido de la jornada dieciséis de Primera División  disputado en el estadio de Butarque ante 7.115 espectadores

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